Y salieron las voces de los puristas que, aludiendo a la congruencia, se desgarran las vestiduras por lo que sucedió el pasado sábado durante el informe de legisladores federales de Acción Nacional.
Denuncian amargamente acarreos, compra de conciencias, manipulación, prácticas que no corresponden a la naturaleza política del PAN.
¿Y sabe qué?
Tiene razón.
El evento fue pensado, planeado y operando aplicando al pie de la letra el manual priista de la movilización electoral.
El problema de estas blanquiazules plañideras es que, al denunciar todo esto ante los medios y en su intento por parecer congruentes, no se dan cuenta que hacen un ridículo mayúsculo.
Y es que basta con preguntarse ¿quiénes le abrieron las puertas del partido a Moreno Valle? para tirarles el teatrito.
Pues sí, fueron ellos mismos los que en su momento sacrificaron esa “congruencia”, ese derecho de sangre, esa prosapia, vamos, hasta su pedigrí, a cambio de contar con una operación electoral efectiva de cara a la elección federal de 2006.
En ese momento estuvieron dispuestos a aliarse con quien fuera con tal de que Felipe Calderón se convirtiera en presidente de la República y ahora no están dispuestos a asumir las consecuencias.
Sí, le dieron las nalgas a Elba Esther Gordillo a cambio de inclinar la balanza a favor del panista, a través del voto del magisterio nacional, y Moreno Valle venía incluido en el paquete.
Metieron al diablo a su cocina y ya no saben como quitarle la llave del gas.
Ah, pero querían ganar elecciones.
El colmo de lo absurdo es ver llorar ahora a quienes en su momento se beneficiaron de todas las prácticas que se dieron el sábado pasado.
¿Ya se olvidaron que quienes ahí gritaban vítores a favor de Rafael, en su momento fueron parte fundamental de la estructura de movilización y obtención del voto que le permitió ganar a la fórmula panista al Senado?
En campaña parecían no molestarles en lo más mínimo esas prácticas “priistas”, esa manipulación, ese acarreo, esa compra de conciencias que hoy tanto los alarman.
Mire nada más qué extraña es la congruencia blanquiazul.
No pusieron un solo “pero” a la forma en la cual se hicieron de los votos necesarios para ganarle a los priistas y no apelaron a la hoy tan socorrida forma tradicional de hacer política en el PAN cuando les entregaron la constancia de mayoría.
Pero eso sí, todos, absolutamente todos estaban ahí levantando la mano de los ganadores.
Asqueroso ¿no?
Por cierto ¿hubieran ganado de otra manera?
Difícil, muy difícil.
Lo más probable es que hubieran hecho uno más de aquellos memorables ridículos mayúsculos a los que nos tienen acostumbrados.
Y es que, con el orgullo obnubilado por el coraje se les olvida que jamás en su vida han ganado una sola elección y que su ascenso en la política se ha dado a través de una serie de coyunturas que les han permitido estar en el lugar adecuado en el momento adecuado.
Nada más.
El panismo actual es tan pragmático como cualquier partido que aspire seriamente a un nivel aceptable de competitividad en los procesos electorales en los que participa.
Por eso sobran los golpes de pecho, la aparente inocencia y el falso candor.
Dejaron hace mucho de ser los buenos, los santos, los puros de la política nacional, por más esfuerzo mediático de aparentar lo contrario.
Ya perdieron la virginidad al pactar con Elba Esther y aunque hoy les duela, no cabe duda que en su momento les gustó.
Y mucho.
¿Quién sigue?
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