Los ciclos de preferencias partidistas son muy claros en nuestro país. Y esos ciclos se convierten en tendencias. Los muchos factores que orillan a un ciudadano a decidir su voto por un partido, van conformando una ‘película’ de temporadas o años en los que a veces hay claras tendencias a favor de un partido y a veces para otro.
Por lo anterior, las encuestas –que solo muestran un momento determinado de la famosa película- son un instrumento valioso si se analizan para comprender las “olas” ascendentes o descendentes en las preferencias hacia los partidos (además de mostrarnos quién puede ganar si ya falta muy poco para que ocurra una elección).
Por ejemplo, en 2005 hubo una clara ola ascendente a favor del PRD a nivel nacional. La gente prefería a López Obrador por encima de cualquier otro pre-candidato (que ciertamente aún no los había definitivos en los otros dos partidos importantes). Pero tal tendencia fue modificándose conforme fue pasando el tiempo. El resultado lo conocemos todos. En Puebla en nuestras encuestas (BEAP) tuvimos al PRD y a López Obrador a la cabeza de las preferencias ciudadanas durante un tiempo considerable. Y fuimos publicando cómo fueron cambiando.
Pero una cosa son las elecciones federales presidenciales (donde cuentan mucho los candidatos y sus campañas), otra las elecciones federales intermedias (donde la gente vota más por el partido y situación nacional) y una más las locales (que a su vez, son muy distintas las de gobernador, en las que los candidatos al Ejecutivo “jalan” a los Alcaldes y Diputados, que las intermedias donde solo se eligen Alcaldes y Diputados locales). Uff.
Todo esto viene a colación porque en estos momentos existe claramente en el país –Puebla incluido- una clara ola descendente de las preferencias hacia el PAN. Tenemos datos frescos sobre el asunto y con miras a la elección federal del próximo año (y espero mañana sí publicar esos datos, que hoy no pudimos por un problema técnico con las mentadas gráficas… en serio).
Los motivos son muchos, pero destaca que la gente califica con notas bajas a la gestión del Presidente Calderón, además de estar sufriendo las consecuencias de una época mala en los dos aspectos más sensibles para cualquier ciudadano: Inseguridad y situación económica adversa para las familias.
Y Calderón no sube. Y las preferencias hacia el PAN tampoco.
Desde luego, en Puebla, esto se ha mantenido más o menos desde la última elección local. Porque mientras que Calderón baja, la gente da buenas notas en general a la gestión local de la Presidenta Blanca Alcalá y tampoco reprueba ya a la del Gobernador Mario Marín.
Podemos estar de acuerdo o no con lo anterior, pero esa es la realidad de la opinión pública en estos momentos.
Y en todo el país están sucediendo cosas similares. Y claro, el gran beneficiado de esta ola hacia abajo del PAN es el PRI. El tricolor sigue ganando elecciones. Hace dos semanas en Acapulco y el domingo pasado arrasó (sí, carro completo, de 20 Distritos locales ganó…20) en Coahuila. El PRD sigue perdiendo (bueno, en Coahuila ni siquiera pintaba de por sí, pero en Acapulco sí fue una dolorosa derrota para el sol azteca).
Aquí en Puebla, si hoy fueran las elecciones para Diputado Federal, el PRI ganaría con una ventaja de varios puntos porcentuales a los candidatos blanquiazules.
Yo no puedo asegurar que estas tendencias se mantengan. Pero en elecciones federales intermedias, reitero, la gente vota más por el partido y la situación y contexto nacional que por los candidatos, los cuales tienden a pasar desapercibidos.
Por lo anterior, es muy probable que el PAN perdiera la mayoría de escaños en la Cámara de Diputados. Así pasó en 2003, cuando ese proceso electoral fue una especie de referéndum a la primera mitad del gobierno de Vicente Fox. El PAN, de tener 206 Diputados (ganados en 2000), pasó a 151. O sea, perdió 55 curules.
Hoy el PAN –casualmente- tiene otra vez 206 Diputados Federales (ganados en 2006).
¿Usted cree que mantenga ese número en 2009?
