No cabe duda que nuestro presidente enfrente una racha de mala suerte que puede ser determinante para establecer las condiciones y limitantes con las que tendrá que lidiar en la segunda parte de su sexenio.
La “lucha frontal” contra la delincuencia organizada: narcos, secuestradores, asaltantes, asesinos, se ha convertido en una guerra perdida con un saldo rojo que aumenta diariamente en las filas de las corporaciones de seguridad pública y en la población civil.
Por si fuera poco, la recesión interna que se espera por la crisis financiera mundial, se sentirá con mucho mayor contundencia en los bolsillos de la mayoría de los mexicanos en los próximos meses, lo que genera ya una caída importante de los niveles de popularidad de Felipe Calderón.
Sí, el menos culpable de la situación actual del país será el pagano de esta película papá.
Las consecuencias de la crisis económica serán contundentes en el sector público: apretones de cinturón, reorientación de gastos, redefinición de prioridades, ajustes de programas.
Todo esto, a punto de entrar a un año electoral, podría ser devastador para las aspiraciones del partido en el gobierno.
Sin embargo, y a pesar del complicado panorama, Calderón hará lo posible por contar con los suficientes recursos para no sacrificar la operación electoral de programas sociales y contar con una manga lo suficientemente ancha como para sacar ventaja en una contienda que de entrada luce muy complicada para Acción Nacional.
Y es que, en la iniciativa de presupuesto 2009, el gobierno federal le pedirá al Congreso un aumento de 32% en el presupuesto de la Secretaría de Desarrollo Social, es decir, 66 mil millones de pesos.
La siempre poco creíble explicación oficial la dio el secretario del ramo, Ernesto Cordero, quien aseguró ante diputados miembros de la Comisión de Desarrollo Social que la solicitud tiene como objetivo “no desproteger a las familias más necesitadas”.
Sí como no.
Los aumentos solicitados parecen haber sido calculados con una precisión de cirujano en función de la rentabilidad electoral de cada uno de los programas sociales.
Aquí algunos ejemplos.
El programa Alimentario Vivir Mejor podría contar con un presupuesto para el 2009 de 12 mil 16 millones de pesos, contra 4 mil 400 que ejercerá en este año.
Casi el triple.
Atención a Zonas Prioritarias tendrá un presupuesto cercano a los 8 mil millones cuando en el 2008 contaba con poco más de 5 mil 600.
70 Y Más tendrá 2 mil millones de pesos más y podrá gastar en el 2009 casi 12 mil.
Liconsa gastará casi mil millones de pesos más el próximo año, lo mismo que el de Estancias Infantiles.
El rey de los programas sociales federales no puede quedarse atrás.
Oportunidades podría ejercer a partir del 1 de enero próximo 24 mil millones y medio de pesos si así lo deciden los legisladores federales.
Poco dinero para las necesidades reales del país, pero un recurso nada despreciable en un año de elecciones.
En este contexto, las delegaciones federales serán fundamentales para garantizar que los beneficios políticos de la aplicación de estos programas se concreten.
Sobre todo las que tienen la responsabilidad de aplicar programas con presupuestos millonarios
En Puebla, no es casual que a la delegación de Sedesol haya llegado René Lezama, un operador electoral efectivo, con experiencia, a quien el PAN le debe la fortaleza política que tiene en el municipio de Tehuacán.
Tampoco son casuales las acusaciones de los propios panistas, en torno a la supuesta operación de la delegación a proyectos políticos personales.
Por cierto, si realmente estos recursos tiene como objetivo la “superación de la pobreza” ¿por qué la discrecionalidad en el manejo de los padrones de beneficiarios?
Si este dinero de verdad estará al margen de la asquerosa manipulación electoral ¿por qué el presidente envía cartas personalizadas a quienes reciben “las bondades” de estos programas?
La operación electoral de programas públicos se convirtió en una auténtica institución de nuestro sistema político en tiempos del partido único.
Una institución que respetan y veneran los mal llamados “gobiernos del cambio”.
Y lo que falta.
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