Por Valentín Varillas
Imposible dar una cifra exacta.
Sin embargo, los cálculos más conservadores hablan de cerca de 15 mil millones de dólares, apenas para dejar Acapulco como estaba.
Esto no lo toca únicamente al gobierno.
Tampoco se puede hacer en el próximo año.
Y aunque se habla de un plazo de mínimo de 5 para lograr los primeros objetivos, el próximo será fundamental para determinar el éxito o e fracaso de la reconstrucción.
Todo se reduce, entonces, a un asunto de dinero.
De garantizar la suficiencia de recursos .
La emergencia le llega al oficialismo en un momento muy complicado en esta materia.
Tal vez en el peor.
Por primera vez desde 1989, la iniciativa de egresos propone un déficit muy cercano al 5%.
La instrucción en términos de prioridades, ha sido muy clara.
Como “intocables”, han sido etiquetados 22 programas y obras de infraestructura.
Entre los primeros, están el Tren Maya, la terminación del Interurbano México-Toluca, la ampliación del Tren Suburbano, el Corredor Interoceánico, vías de comunicación y transporte para el AIFA, la terminación de aeropuertos como el de Tulum en Quintana Roo, la construcción del de Tamún en San Luis y trabajos de mejora en la terminal 2 del AICM.
Programas que no se van a modificar y que inclusive tienen un aumento considerable de presupuesto son las pensiones para Adultos Mayores, el programa de Becas, Sembrando Vida, Jóvenes Construyendo el Futuro, Fertilizantes y Producción para el Bienestar.
Las obras, desde el inicio del sexenio se han vendido como “históricas”.
El legado palpable, tangible, que dejará el primer gobierno emanado de la 4T.
Los programas sociales, sobra decirlo, han sido, son y serán una de las fuentes principales de obtención votos para el oficialismo desde la llegada de Morena al poder.
Y se busca maximizar su potencial para la elección del 2024.
Faltaba más.
El Fondo de Desastres Naturales, sexenio tras sexenio, fue sinónimo de corrupción y saqueo.
Pero su simple existencia oficial, garantizaba por lo menos la obligatoriedad de que cierta cantidad de recursos serían destinados a atender las consecuencias de los desastres naturales.
Será interesante saber cómo, en medio de una de las tragedias más grandes que han azotado al México reciente, se nos darán certezas de que la reconstrucción de Acapulco y el resto de las zonas afectadas por el huracán Otis, no se verá afectada en tiempos, calidad y alcances, porque no exista la suficiencia presupuestal en lo que al sector oficial se refiere.
El peor escenario sería que de plano ya no existan recursos adicionales de dónde echar mano y financiarse a través de la adquisición de más deuda.
Sí, todavía más.
Como se hacía antes.
En esos viejos y oscuros tiempos que, se supone, jamás iban a regresar.