Por Valentín Varillas
Para hacer ganar a Enrique Peña Nieto, fue muy importante el dinero y la capacidad de operación electoral de quienes, en la coyuntura del 2012, gobernaban varias entidades del país.
Sobre todo aquellas cuyos mandatarios eran emanados del PRI.
Los acuerdos se signaron al más alto nivel.
Recursos y capacidad de operación electoral garantizados, al servicio del regreso del nuevo tricolor a Los Pinos.
Con algunos de ellos, la relación se deterioró.
Quisieron cobrar muy cara la factura o intentaron poner de rodillas al nuevo presidente.
Se rebelaron de manera absurda y lo pagaron con sendos procesos jurídicos en su contra.
En el sexenio de Peña, Roberto Borge, Javier Duarte, Tomás Yarrington y Andrés Granier, en su momento fundamentales en la red de financiamiento de la campaña a través del desvío de recursos de las arcas de sus respectivos estados, terminaron presos.
También fueron perseguidos quienes, directa o indirectamente, utilizaron su influencia y poder para impedir el triunfo de los herederos del famoso Grupo Atlacomulco.
Guillermo Padrés y Luis Armando Reynoso Femat, los más sonados.
Rafael Moreno Valle, como gobernador poblano, también fue fundamental en el financiamiento y la operación electoral a favor de Peña Nieto.
Rota la relación con Felipe Calderón y teniendo a la mano encuestas muy claras que mostraban el inminente hundimiento de Josefina Vázquez Mota como aspirante a la presidencia, utilizó las grandes influencias y relaciones que tenía con el priismo nacional para pactar el apoyo al candidato tricolor.
Era como regresar al terruño, a la forma de hacer política en la que se formó y en la que creyó hasta el momento de su muerte.
Con una estructura similar a la que lo había hecho ganar la estatal en el 2010, pero teniendo como caja chica las arcas del erario poblano, todo se movió bajo la lógica de hacer ganar a peña en Puebla y a partir de ahí tejer todo tipo de relaciones de complicidad política y económica con el nuevo gobierno federal.
La meta no se logró.
Con todo y la ventaja competitiva que significaba el apoyo del morenovallismo, en ese tiempo el amo y señor de todo lo relacionado con la vida pública poblana, Andrés Manuel López Obrador fue, en ese 2006, el candidato presidencial que más votos obtuvo en Puebla.
A RMV le costó mucho digerir semejante trago amargo.
Su prestigio de genio operador electoral se veía manchado ante el próximo presidente, con el que había que quedar bien como fuera.
El perder Puebla significó un distanciamiento de Moreno Valle con el nuevo régimen, realidad que cambió de manera radical a partir del encarcelamiento de Elba Esther Gordillo y de los pactos y amarres que resultaron de esa coyuntura.
Sí, Moreno Valle sin duda fue uno de los gobernadores que en su momento más aportó al triunfo de peña Nieto.
¿Lo mencionará Lozoya en sus declaraciones?
¿Aparecerá en alguno de sus tan cacareados videos?
¿Habrá pedido algún recibo por su contribución, como ingenuamente asegura el ex –director de Pemex, muchos lo hicieron?
No, la operación que se hizo fue al más alto nivel, sin ningún tipo de rastro comprobable, aunque en los hechos fracasó en su principal objetivo.