Por: Juan Manuel Mecinas
Social
Entiendo el horror que provoca en una parte de la sociedad los atentados en París del viernes pasado. Ojalá que a partir de ahora –y como no se ha hecho en el pasado– se indignen y horroricen por toda tragedia humana quienes, con justa razón, se sienten impelidos a demostrar su solidaridad con los franceses, pero que muchas veces extravían sus muestras de horror, desconcierto y desazón cuando se trata de naciones no occidentales o cuando ideologías políticas les impiden solidarizarse con las víctimas y sus familias.
Militar
La respuesta militar francesa es patética. No dudo que el Estado Islámico (EI) tenga un bastión importante en Siria, pero lo que es cierto es que los misiles en territorio sirio no solucionarán el problema social (no solo militar) que enfrentan los países de Occidente: los enemigos están en casa y –en el caso concreto– algunos de ellos son franceses.
Que ingleses, alemanes, franceses, españoles o americanos estén dispuestos a unirse al Estado Islámico es un problema que no se resuelve con balas. Por eso, la respuesta militar francesa es como un trozo de leña en la hoguera. El EI es sui generis y misiles, bombas, o privarlo de un territorio sin el cual de cualquier forma surgió, es equivocar la estrategia. Al EI se le debe atacar primero, y antes que nada, ideológicamente, con inclusión, no con exclusión, con apertura hacia la otredad –que para Occidente significa el islam–, no con cerrazón, precisamente lo contrario a lo que Hollande y compañía están haciendo. Sus razones (militares y económicas) tendrán.
Estratégico
Un lugar común con un matiz: el problema del terrorismo es global y se ha manifestado el pasado viernes en París, lo que resulta ser simbólico, pero no exclusivo.
Basta revisar la prensa para percatarse que los ataques del Estado Islámico han sido igual o más letales en Irak y han dejado decenas de muertos que también se cuentan por cientos o que sus secuestros son estratégicos, mediáticos, globales y fatales (véase las narraciones de dos periodistas españoles secuestrados durante más de seis meses por el Estado Islámico (http://www.elmundo.es/internacional/2015/03/15/5502e97d22601d8a288b456f.html)
El fenómeno, pues, no es exclusivo de Europa, lo que no significa minimizar lo ocurrido en París, sino ponerlo en contexto.
El EI se ha venido fortaleciendo con el paso de los meses y vale la pena preguntarse qué hace y qué ha hecho el gobierno mexicano (en el caso más próximo que nos ocupa) al respecto. Razones existen para sustentar la pregunta: es probable la incursión de células terroristas en territorio mexicano con miras a atacar objetivos estadounidenses. Negarlo dogmáticamente no resuelve el problema ni prevendrá una tragedia. En todo caso, el gobierno tiene una respuesta que dar y, aún más importante, deberá estar preparado para enfrentar a un enemigo que más que actuar en territorio mexicano podría aprovechar la corrupción de las instituciones del país para atacar objetivos que afecten a los Estados Unidos.
Político
Hay un par de “ganadores” políticos a partir de los atentados de París: Vladimir Putin y Bashar Al Asad. El Presidente sirio es el hombre clave porque enfrenta al Estado Islámico en su territorio y si Occidente quiere derrotar al EI deberá acoger al líder sirio como su aliado. Occidente se equivocó al dejar correr el río de sangre –el genocidio sirio alentado por Al Asad– y ahora tendrá que darle la mano al tirano.
Al Asad es el beneficiario de los extremistas y de sus antiguos aliados occidentales, cuya tibieza impidió su caída y alentó el fortalecimiento del Estado Islámico.
El otro gran ganador es el señor del Kremlin. Putin es, una vez más, aliado clave de occidente y pieza singular en el ajedrez militar internacional. Su apuesta por defender a Al Asad y atacar al EI, lo que siempre se criticó como medida política, es hoy irrefutable públicamente en términos militares. Y que Putin sea un “beneficiario” indirecto de lo ocurrido en París es signo de que la guerra contra el terrorismo es en sí misma un error y una guerra que la democracia está perdiendo.