23-11-2024 08:16:03 PM

Salvar el Barroco

Por Valentín Varillas

 

Para que fuera “sustentable”, el proyecto del Museo Internacional Barroco de Puebla (MIB) contemplaba que recibiría, en promedio, por lo menos 400 mil visitantes al año, mientras durara el Contrato de Asociación Público Privada que el gobierno de Rafael Moreno Valle llevó a cabo para su creación.

Este era uno de los puntos centrales que, en teoría, justificaban los más de 2 mil 189 millones de pesos que costó.

La meta se alcanzó únicamente en el 2016, su primer año de operación, cuando asistieron al recinto 405 mil 610 personas.

Para el 2017, el número fue de apenas 180 mil y en el 2018, fueron al Barroco 209 mil interesados en su oferta cultural.

Para abril de 2019, último registro oficial disponible, la cifra superaba por muy poco los 67 mil.

No se confunda, la pandemia todavía no aparecía en el horizonte cuando una de las obras insignia de la Puebla moderna era ya, a todas luces, un fracaso en términos de atracción de gente.

Para el conjunto de los tres primeros años de operación, la demanda fue un 35.1% inferior a lo originalmente presupuestado.

Esta realidad tiene un impacto muy fuerte en los ingresos estimados del proyecto.

Un ejemplo: al cierre del 2018, el número de personas que habían visitado el MIB fue de 795 mil y el importe pagado por el gobierno del estado a los inversionistas del proyecto alcanzó los 1,039 millones de pesos.

Por lo tanto, al erario estatal le costó cada uno de ellos la cantidad de $1,307.00 pesos.

Dinero público, dinero de todos.

No hay tal sustentabilidad.

Espanta siquiera pensar cómo habrá crecido esta cifra durante la pandemia.

Y es que, con o sin visitantes, los compromisos financieros heredados por este proyecto se siguen cumpliendo a cabalidad.

Sobra decir que el supuesto objetivo de que el museo se convirtiera en un polo de atracción de visitantes y turistas, lo que serviría para incrementar la derrama económica local, ha sido un rotundo y demoledor fracaso.

Por muy bonito y moderno que se vea.

Por cierto, también en esta obra se dieron sobrecostos, ampliaciones presupuestales y demás irregularidades.

Con todo y los 500 millones de pesos que, en ese tiempo, Banobras aportó “a fondo perdido”.

A los especialistas en el tema de la conservación del patrimonio cultural les preocupó siempre la mala calidad de los materiales empleados en la construcción del museo.

Inspecciones físicas comprobaban, una y otra vez, el pésimo estado en el que se encontraba la obra civil.

Hasta el 45% del total de los muros presentaba importantes fisuras, antes de cumplirse tercer año de su construcción.

Existían filtraciones de agua y afectaciones importantes a la instalación eléctrica en general.

Todo esto, a pesar de que las partidas asociadas con la seguridad y el mantenimiento del inmueble, representan el 5.80% y el 4.74% de la contraprestación anual.

Moreno Valle y compañía juraban que esta obra, diseñada por el gran Toyo Ito, sería un éxito rotundo y que no solo los poblanos, sino habitantes de otros muchos estados de la República, harían hasta lo imposible por visitarlo.

Se cansaron de decir, una y otra vez, que su construcción no era un gasto, que era una inversión destinada al fomento a la cultura.

Que el altísimo costo y la deuda adquirida para construirlo, se debía a que era una obra de primer mundo, diseñada y construida con la mejor calidad y que existía un mercado potencial de sobra para volverla autosuficiente.

Vaya fiasco.

Otro ejemplo de lo que en los hechos fue el sexenio del ornato, del inútil “faraonismo”, del saqueo inútil e inmisericorde de las arcas estatales.

El MIB ha sido rescatado y ahora sí, están dadas todas las condiciones, no solo para que cumple con los supuestos objetivos para los que fue creado, sino para que los supere con toda claridad.

 

 

 

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