Por Valentín Varillas
Empezó en el morenovallismo, pero no terminó con la llegada del nuevo gobierno.
Los actos de corrupción alrededor de la operación del sistema de transporte RUTA continuaron a pesar de la reiteradas advertencias del gobernador Barbosa, de que en su gobierno habría cero tolerancia al enriquecimiento personal a costa del erario poblano.
Quienes llegaron a estar al frente del Organismo Operador de Carreteras de Cuotas no lo entendieron, no lo quisieron asimilar o de plano, pensaron que las palabras del mandatario poblano eran simplemente parte de filigrana que adorna el discurso público.
Jamás pensaron que fuera en serio.
Por eso, lejos de tomar decisiones que abonaran a una mejora del transporte público poblano o bien, que corrigieran todo el cochinero heredado de las administraciones panistas, decidieron optar por el camino ya andado.
El de favorecer a empresas privadas a través del mantenimiento de aquellas concesiones leoninas que dañan severamente las finanzas públicas estatales.
Jugaron en la cancha equivocada y están a punto de sufrir las naturales consecuencias de sus yerros, omisiones y corruptelas.
¿Qué no les quedó claro?
No pueden decirse sorprendidos ni mucho menos pretender montarse en el burdo victimismo.
Ha sido más que evidente que, en la actual administración estatal, además de investigar y sancionar los pecados del pasado, existe un marcaje personal a “los de adentro”.
Se trata de ser congruentes entre lo que se dice y lo que se hace.
El famoso “barrer las escaleras de arriba para abajo”, pero empezando en la propia casa.
Y no todos los mandatarios se atreven.
No todos se sienten cómodos con este nivel de introspección, en donde de entrada se reconoce que los perfiles considerados originalmente para ocupar estos cargos, traicionaron la confianza que se les dio al momento de ser nombrados.
Ahí están como precedente los casos de Guillermo Aréchiga y los de Francisco Romero Serrano.
Y los que faltan.
Y los que seguramente seguirán, si se siguen resistiendo a ejercer el cargo con la honestidad y transparencia requeridos para ser parte de este gobierno.
No son solamente Chávez Escudero y Toxqui Quintero los que van a perder el sueño.
Los ajustes en tiempo presente no eximen a los del pasado reciente.
A quienes sentaron las bases de este monumental y descarado saqueo.
No sé si ya dormían tranquilos, pero personajes como Bernardo Huerta Couttolenc, Alberto Vivas Arroyo, Víctor Mata Temoltzin, William Shephard Avendaño o Cynthia Chávez Ríos, deben de ir consiguiendo sus recetas para comprar Tafil en cantidades industriales.
Les va a llegar y mucho antes de lo que ellos y sus abogados creen.
Ya lo verá.