Por Alejandro Mondragón
Otros tiempos vive Puebla, sin duda.
En los últimos sexenios, a estas alturas, ya se habrían definido las salidas en el gabinete del gobernador en turno.
Sus mejores cuadros, el círculo más cercano, se preparaban para lanzarse a la disputa de diputaciones federales y locales.
El propósito era garantizar el control del Congreso del Estado e imponerse en las principales presidencias municipales, cuya joya de la corona siempre ha sido la capital.
Ahora, nadie da un paso en falso. Ningún integrante del gabinete ha expresado su interés por participar en alguna diputación o alcaldía.
Mariano Piña Olaya, Manuel Bartlett, Melquiades Morales, Mario Marín y Rafael Moreno Valle ya habían movido sus fichas y preparaban la salida de medio gabinete para irse a la lucha electoral.
Ahora no. ¿Qué está leyendo el gobernador Luis Miguel Barbosa?
¿Está en duda el control del Congreso?
¿Se perderán las principales alcaldías?
¿No hay negociación aún en Morena con la nueva dirigencia de Mario Delgado?
¿Se mantendrá la margen de la contienda partidista y, entonces, entrará de lleno con perfiles ciudadanos o de otros colores políticos para crear su corriente barbosista?
Lo cierto, es que a estas alturas cuando todos, en sexenios pasados, ya están más que movido, ahora están quietos.
¿Qué se trama?
¿O de plano nada se trama?
¿Se prepara la plataforma electoral que no será otra más que el señalamiento de corrupción panista y priista en los últimos dos sexenios?
Eso pudiera ser más importante que los candidatos en sí.
Pero está claro que nadie se mueve.
¿O sí?
