El motivo fue claro, respaldar con todo al candidato tricolor a la Gubernatura de ese Estado –y a sus candidatos a Diputados y Alcaldes- Armando Castro Trenti, quien lleva algunos puntos de ventaja en la mayoría de mediciones demoscópicas serias, cuando inició en desventaja.
O sea, todo el priísmo nacional apoya a su candidato a Gobernador. Al parecer es una manda ya el conseguir la victoria en Baja California, bastión panista desde hace 25 años. Sería el triunfo simbólico con el que el PRI le daría una estocada mortal definitiva al PAN, luego de ganarle la Presidencia de la República.
Y los líderes tricolores fueron enfáticos: El Pacto por México es otra cosa. El PRI sí quiere ganar las elecciones de este año.
Ahora regresemos a Puebla. La semana pasada anduvo por aquí Ivonne Ortega, la segunda máxima jerarca del PRI nacional. ¿Y qué se encontró?: Un priísmo evidentemente dividido, con campañas en el Estado desordenadas, sin recursos, con una imagen que cada candidato diseñó en la mayoría de los casos como Dios les dio a entender…
Pero lo peor (para el PRI claro), una absoluta abulia y hasta operación en contra de la mayoría de Diputados federales contra una posible victoria de Enrique Agüera Ibáñez, candidato a la más importante Alcaldía del Estado. Porque con la peregrina idea de que si pierde Agüera se elimina al más importante aspirante a la candidatura priísta a la próxima Gubernatura, prácticamente todos los Diputados federales piensan así fortalecer sus propias aspiraciones o las de su líder político.
Y no se ve ni a Dóger, ni a Zavala, ni a Carlos Sánchez, ni a Jesús Morales… ni a nadie. Los representantes federales del PRI no hacen absolutamente nada por apuntalar ni a Agüera ni a nadie que no les convenga. La única que se ha sumado inteligentemente a la campaña –de Agüera y otros más en el interior del Estado- es la Senadora Blanca Alcalá. Sabe que cuando vengan los ajustes de cuentas ella no estará entre los que tengan tache. Y naturalmente se convertiría en la mejor precandidata a la Gubernatura por el tricolor. Y tendría grandes probabilidades de ganar, por cierto. Pero esa es otra cuestión.
El problema es que el cálculo de los demás suspirantes priístas a una lejana candidatura a Gobernador es bastante erróneo. Esa tontería de que “si pierde él, me fortalezco yo” la han aplicado una y otra vez cada campaña y les sale mal. Al menos desde que llegó Rafael Moreno Valle a las altas esferas de poder. ¿En serio piensan que si pierde Agüera y gana Gali, ellos tendrán alguna posibilidad de ganar una próxima elección?
Al contrario. Si el PAN y Moreno Valle ganan o arrasan en la próxima elección local, habrá morenovallismo para los próximos diez o doce años. El viejo sueño de Marín, Melquiades y varios más lo llevaría a cabo un expriísta pero con el odiado PAN.
¿De dónde sacan los que hoy operan contra el PRI y contra Agüera que ellos ganan?
Ahora bien. La verdad es que la contienda sigue cerrada. En el PAN hay preocupación porque la campaña termina y Gali nunca pudo rebasar a Agüera en forma contundente con todo el aparato y recursos oficiales. Hay una posibilidad real de que gane Agüera, con una operación magistral el día de la elección…
Y si eso ocurriera, significaría la llegada de un nuevo grupo político al PRI que no necesitó de los viejos liderazgos traidores para ganar. Y creo que sería el final de varias dinastías políticas del PRI poblano que han seguido traficando con el poder desde hace décadas.
Eso es lo que ocurriría si Agüera gana. Y claro que ese es el enorme temor de todos los dinosaurios y bebesaurios priístas. Y la relación con el Gobernador no sería tan mala, por cierto. Se conocen, han trabajado juntos, pueden llegar a acuerdos.
Estamos a tres semanas de saberlo.
twitter: @rodolforiverap
