Por Valentín Varillas
El destape como precandidato presidencial del todavía rector de la UDLA, Luis Ernesto Derbez, camina gracias a que ha sido tolerado y fomentado por el líder nacional del PAN, Ricardo Anaya Cortés.
Sin embargo, hasta la fecha no han quedado claras las razones del por qué recurrir a una medida que a simple vista pareciera una broma de mal gusto.
El haber metido al ex -funcionario foxista a la puja por la nominación blanquiazul, no cayó nada bien en el búnker del ex – gobernador Rafael Moreno Valle.
En su presupuesto, la lucha sería solo de tres, y la inclusión de un tirador más, modifica en parte su estrategia.
Además, en una coyuntura electoral anterior, la figura del rector Derbez sirvió para que en Puebla se uniera brevemente el panismo tradicional en contra de los intereses políticos del entonces gobernador poblano.
Fue previo al proceso del 2015, poco antes de la definición de candidaturas.
El periodista Álvaro Delgado había publicado en la revista Proceso, que desde el gobierno estatal habían sido víctimas de amenazas, tanto el rector Derbez, como otros altos directivos de la Universidad de Las Américas.
La situación era de tal gravedad, que los perseguidos habían solicitado ya la protección de la justicia federal.
El medio y el reportero publicaron el documento que comprobaba lo anterior.
Según los denunciantes, el objetivo de Moreno Valle y el de poderosos personajes públicos poblanos era “destituirlos de sus cargos”, cancelarles su cédula profesional y “silenciar su espíritu crítico del sistema”.
La amenaza incluía “campañas de desprestigio por corrupción, desaparición y hasta asesinato”.
Este hecho generó que un grupo encabezado por Ana Teresa Aranda, Eduardo Rivera y Francisco Fraile, se reuniera con carácter de “urgente” para establecer una serie de acciones encaminadas a plantarle cara al gobernador y desmarcar el uso de la marca PAN al grupo político que representaba el mandatario poblano.
Consideraban que ya había sido suficiente de que todos al interior del partido se dijeran panistas por igual.
Decidieron llevar a cabo un deslinde público y marcar las diferencias entre lo que ellos consideran es el “auténtico panismo” y “un grupo ajeno a la verdadera ideología blanquiazul que ha tomado por asalto el partido para hacerse de posiciones políticas de beneficio personal”.
Esto incluía una clasificación de los aspirantes a candidatos a la diputación federal en donde se diferenciaría a los “verdaderos panistas” del resto de quienes pedirían el voto en esa elección.
A aquel encuentro no asistió personalmente el rector Derbez, pero sí un personaje de todas sus confianzas, quién no solo avaló los puntos a tratar en el encuentro de ese día, sino que confirmó lo publicado por el semanario Proceso.
Es evidente que la intentona del panismo ortodoxo de reivindicar los preceptos que le dieron forma al blanquiazul como partido, resultó en los hechos meramente simbólico.
No fueron, ni de chiste, una amenaza real para el grupo político del gobernador Moreno Valle, que hasta la fecha controla todavía el partido en Puebla y tiene amplia influencia en la vida del blanquiazul a nivel nacional.
Hoy, sin embargo, las cosas han cambiado.
La inclusión de Derbez puede ser un guiño a lo que queda del grupo cercano a Vicente Fox en el PAN y una opción más para quienes buscan que la candidatura presidencial quede en manos de alguien hecho y formado políticamente en el PAN, o que por lo menos, tenga la imagen de alguien que cree en sus principios y su ideología.
