Y mucho le llamó la atención que, además de pantalón (falda para las niñas) y playera, los chamacos tendrían que portar ahora un chaleco azul. Pero con un detalle: Llevaría, grande y visible, el logotipo del Gobierno del Estado.
Yo al principio dudé y le pedí que corroborara la información. No hizo falta: Ayer nos enteramos que el propio Gobernador Rafael Moreno Valle presentó el uniforme con varios chiquillos rodeándolo y anunció efectivamente que será de carácter obligatorio a partir del próximo ciclo escolar.
Y vienen las preguntas:
¿No es un exceso ya?
El logotipo del Gobierno del Estado no es el escudo oficial de Puebla ni tiene que ver en nada con él.
Es una creación para recordarnos que quien ganó las elecciones de 2010 fue la alianza Compromiso por Puebla y de ahí los colores de los cuatro partidos que la integraron. Igual que el logo partidista que usaron en dicho proceso comicial.
No intenten disfrazar el hecho: Es un logotipo partidista, punto.
Y todos los gobiernos de los Estados tienen derecho a él. Cada gobierno, de acuerdo a su filiación partidista, ha diseñado su emblema y sus propias placas de circulación vehicular (algunas verdaderamente horrorosas). Y el gráfico de identificación lo imponen a sus documentos oficiales. Tapizan todas las oficinas gubernamentales con ellos. Y bueno, no hay nada que se los prohíba, es cierto. Los gobiernos del PRI nos recetaron varias placas con sus colores.
Pero… ¿en los uniformes de centenas de miles de chamacos obligatoriamente?
¿Y con un logotipo que es a todas luces propaganda partidista?
Ayer algunos amigos en las redes sociales me decían enfadados que lo mismo ha hecho el maldito PRI durante décadas, con el uso de los colores de la bandera en su emblema.
Y tienen absolutamente toda la razón.
¡Pero por eso siempre lo abominamos y criticamos! El PRI se ha aprovechado durante decenios el haber sido el primer partido político con logotipo de identificación y ha mal usado perversamente los colores de la bandera. Claro que es un exceso.
Y el PAN lo ha criticado puntualmente todos estos años.
Pero ahora es al revés. Como la estrategia la usa un gobierno emanado del PAN y otros partidos comparsa… ¿entonces debemos aplaudirlo?
¿Por qué antes era perverso y ahora es “natural” y hasta agradable?
Los que tanto pelearon por la democracia y contra los excesos arbitrarios del autoritarismo priísta… ¿no se están ahora mordiendo la lengua?
Pero, bueno, digamos que son de las exageraciones que ahora debemos aguantar por el bien de la democracia (¿?)
Repito: Que los documentos, placas y oficinas gubernamentales sean tapizados con el logo narcisista (todo narcisista es un inseguro, eso sí), pasa. ¿Pero qué necesidad hay de que miles de niños lo porten obligatoriamente?
Ni el malvado Marín lo hizo.
En la Universidad, en mi clase de Propaganda y Opinión Pública (con el inolvidable politólogo baturro Juan Carlos García, Marqués de Polavieja y Piñerúa), aprendí un sencillo axioma:
“A mayores obras y realizaciones gubernamentales, no hace falta propaganda gubernamental”. Característica de regímenes democráticos.
“A mayor propaganda gubernamental, menos realizaciones reales de gobierno” Característica de regímenes autoritarios o dictatoriales.
En otras palabras: No es necesario que nos receten tanta propaganda y logotipos hasta en la sopa. El ciudadano solito se da cuenta de quién trabaja. No hacen falta tantos excesos. Y gastos exorbitantes en imagen y medios a modo.
A Adolf Hitler y sus símbolos, Benito Mussolini o Saddam Hussein, los ciudadanos en sus respectivos países los veían en cada calle, en cada poste, en cada oficina, en las escuelas, en los parques, en los desfiles… Primero con gusto y veneración, luego con preocupación… y al final con odio y hastío.
Al rato van a inventar también algún himno para alabar al soberano en turno.
Y luego quizás empiecen las purgas contra los disidentes.
Pero no, eso no puede pasar. Estoy exagerando como siempre.
LA NOTA AL PIE…
Y aclaro: Jamás he estado en contra del uso de uniformes en las escuelas. Claro que representan un ahorro para los Padres de Familia. También es cierto que desde hace muchos años, no pocas escuelas oficiales “grandes” han hecho un estupendo negocio con la venta obligatoria de sus uniformes.
Vamos, está bien un uniforme único, pero el exceso publicitario es el mentado logo.
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