El 5 de febrero de 1917 Venustiano Carranza y su facción promulgan en Querétaro una constitución que suplanta a la que en 1857 y después de penosas guerras habían fraguado los radicales jacobinos (Benito Juárez, Valentín Gómez Farías, Miguel Lerdo de Tejada, José Ma. Iglesias, etc.) que gracias al apoyo de Washington derrotan a los moderados en 1867.
El pensamiento de los radicales (o liberales) mexicanos del siglo XIX se inserta en la línea de quienes desde diversos ángulos cuestionan los fundamentos, prácticas e instituciones de la Civilización Occidental Cristiana que dieron forma de vida al mundo eurocéntrico por 1500 años -entre el Edicto de Milán (363 D.C.) y la disolución del Sacro Imperio Romano Germánico (1808)- y que habiendo perdido su preeminencia, subsiste hasta la fecha.
Así, de la “incuestionable” Escolástica aristotélico-tomista se evoluciona hacia el Racionalismo de René Descartes, Baruch Spinoza y Gottfried Leibniz, y en ese mismo siglo XVII surgían los heterodoxos españoles y las reformas borbónicas, en Inglaterra John Locke postulaba el Empirismo y el Liberalismo, y ya en el XVIII en Francia florecía la Ilustración con Voltaire, Montesquieu, Diderot, Rouseau y otros, quienes influyeron determinantemente en personajes como Thomas Jefferson (quien redactara la Declaración de Independencia de los Estados Unidos) y en movimientos como esa Independencia y su concepción democrático republicana (1776), la Revolución Francesa (1789), el combate a las monarquías y la incipiente Revolución Industrial (1750-1850) que con su vertiginoso desarrollo entre 1850 y la I Guerra Mundial (1914) daría lugar a nuevos estilos de vida que inducirían formas pensamiento sugeridas por la Dialéctica de Hegel, que daría soporte al Materialismo Histórico o Marxismo que pregona la lucha de clases y la dictadura del proletariado violentamente puesta en práctica por Lenin, cuyo autoritarismo se confronta con el anarquismo propuesto por Bakunín, Kropotkin, Malatesta, etc. y en México por Flores Magón.
La Constitución del 57 y las aún más radicales Leyes de Reforma resultaron inaplicables en gran medida, debido a la inexistencia práctica de un gobierno nacional. Entre 1824 (caída del Ier Imperio) y 1876 (inicio del porfiriato) quienes dijeron ser Presidente de la República tuvieron un título (que generalmente fue severamente cuestionado por sus coetáneos) pero no tuvieron capacidad real de gobernar ni de sostener la supuesta investidura, pues uno tras otro eran depuestos, ya por sus oponentes o por sus camaradas.
Hemos comentado que Don Porfirio tuvo la sensatez de no asediar a la Iglesia, si bien mantuvo vigentes a la Constitución del 57 y a las Leyes de Reforma, fórmula que le permitió gobernar e impulsar el desarrollo del país, lo que le constituyó en un peligro para la consolidación de la superpotencia que hoy son los Estados Unidos, por lo que su régimen fue subvertido por los anarquistas encabezados por los hermanos Flores Magón, cuyo movimiento estuvo atrás de todas las facciones que se confrontaron durante la revolución y que siendo un movimiento global, fueron sostenidas desde los Estados Unidos (Emma Goldman, Benjamin R. Tucker, etc.)
Los Flores Magón y su Partido Liberal Mexicano jugaron el papel que en el Imperio Otomano desempeñaron Los Jóvenes Turcos y en Alemania la Liga Espartaquista, que socavaron a regímenes moderados que contrapesaban al Imperio Británico y a la emergente Norteamérica en el contexto de la I Guerra Mundial, por ello se explica la ocupación de Veracruz por la armada norteamericana en 1914 para apoyar a Carranza, quien se sometería a los dictados de Washington y el ataque de Villa a Columbus para provocar una guerra de México con Estados Unidos que favorecería a Alemania.
Si Benito Juárez, Valentín Gómez Farías, Miguel Lerdo de Tejada, José Ma. Iglesias, etc. fueron tan brillantes, patriotas y preclaros, ¿Por qué suplantar la Constitución del 57? ¿Qué de nuevo aporta la del 17? ¿Quién fue Venustiano Carranza? ¿De quienes estaba rodeado? ¿Qué significa carrancear?
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La globalización no es un fenómeno nuevo. El pensamiento político y los movimientos que suscita se han desarrollado en diferentes países con diversos matices y provocando sangrientas guerras civiles y funestas confrontaciones entre bloques de países.
Los heterodoxos españoles y las reformas borbónicas durante el siglo XVII cambiaron muchas cosas -no siempre para bien- a un costo terrible. Los ilustrados franceses y su revolución provocaron La Grande Peur o Gran Miedo al igual que La Comuna de Paris desató la Semaine sanglante o Semana Sangrienta y debilitaron a una Francia que fue humillada lo mismo en la Guerra Franco-Prusiana que en las dos guerras mundiales. Los radicales mexicanos fueron incapaces de constituir (por más que hayan promulgado más de una constitución) una República, pero en su intento el país se empobreció y quedó en severa desventaja ante otras naciones.
Desde la óptica del Positivismo, durante el virreinato se vivió bajo un régimen teológico o ficticio (que por sus obras, sin duda fue exitoso), durante siete décadas del siglo XIX nuestro país vivió en una situación metafísica o abstracta, en el que las ideas se confrontaban destruyendo lo que había y sin concretar actos de gobierno, y durante el porfiriato se vivió en un estado positivo o de realidad, mediante el cual se dominó a la naturaleza y se produjeron bienes públicos y privados retomando la ruta de la prosperidad, misma que fue llegando a mayor cantidad de personas de forma cada vez más acelerada, hasta que el proceso fue subvertido por la revolución, que llevó a una regresión a lo metafísico abstracto que tan sólo destruyó mucho de lo logrado.
Madero luchó por establecer un régimen democrático en México pero su movimiento sólo se impuso por los amagos de Washington a Don Porfirio, mientras los Flores Magón incitaban a la rebelión armada y consideraban que el cambio social no derivaría de la toma del poder, sino de la destrucción del mismo y de todo Estado, eso explica el asesinato de Madero y de esa línea se derivan Pastor Rouaix y la primera ley agraria de la revolución, Emiliano Zapata y Antonio García Soto y Gama, ideólogo del movimiento agrarista quienes aliados con Villa el bandolero, quitarían al “constitucionalista” Carranza el control de la Convención de Aguascalientes haciendo presidente al magonista Eulalio Gutiérrez quien dimitió dos meses después ante la ocupación de la ciudad de México por las hordas de Villa y Zapata que se aplicaban a la disolución de todo poder.
La confrontación de anarquistas (Villa y Zapata) y constitucionalistas (Carranza, Obregón, Calles) y la victoria militar de estos últimos, deviene en un Congreso Constituyente integrado sólo por la facción que se había impuesto, inopinadamente respaldada tanto por Washington como por los anarquistas de la Casa del Obrero Mundial, por lo que la Constitución resultante lo mismo tiene notables tintes marxistas por el énfasis que da tanto al autoritarismo de Estado como al colectivismo agrario, a la lucha de clases en lo laboral, en su redoblado anticlericalismo y por su “nacionalismo revolucionario” a ultranza, que no alcanzan a abolir por completo ni la propiedad privada ni otras garantías individuales indispensables ante la opinión pública norteamericana. La historiografía radical considera a la Constitución mexicana del 17 y a la Constitución de Weimar promulgada en la Alemania derrotada en la I Guerra Mundial por la acción de los anarquistas de la Liga Espartaquista, como pioneras del constitucionalismo social que promueve un Estado de bienestar, que resultó ficticio, pues no permite el desarrollo de las actividades que generando riqueza hacen posible el bienestar deseado. La Constitución de 1917 no pudo ser aplicada ni por Carranza, ni por de la Huerta, ni por Obregón, ni por Calles durante su periodo ni durante el maximato (1924-34).
En marzo de 1919 Lenin, Trotsky y otros líderes marxistas de todo el mundo crearon la Tercera Internacional, Internacional Comunista o Komintern, escindiéndose de la Segunda Internacional y no sólo poniendo distancia de los anarquistas, sino asesinándolos en masa por conspirar contra el Estado que representaba a la dictadura del proletariado y era cada vez más urgente para Lenin y sus simpatizantes en todo el mundo, el surgimiento de otros gobiernos comunistas que atenuaran el aislamiento en que había quedado la naciente URSS.
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Obregón no sólo fue un militar y político, también fue exitoso empresario, y tal vez por eso dejó (como Don Porfirio la del 57) que la Constitución durmiera el sueño de los justos y a procurar condiciones para atraer inversión extranjera. Él se aplicó a buscar el reconocimiento de Washington y lo logra mediante los Tratados de Bucareli, por los cuales Obregón se comprometía a respetar a las compañías petroleras norteamericanas que resultaban afectadas por el Artículo 27 de la nueva Constitución, a reanudar los pagos por la deuda externa, así como a reparar los daños causados durante la revolución a ciudadanos norteamericanos radicados en México.
Obregón fue el primer presidente revolucionario que terminara su periodo constitucional, tal vez por haber entendido las enseñanzas de Don Porfirio para pacificar al país y gobernarlo, sin embargo, al llegar el momento de su sucesión e inclinarse por Plutarco Elías Calles, se dio la rebelión delahuertista.
Antes de asumir la presidencia, Calles viajó a Europa para estudiar el modelo aplicado en la Alemania social-demócrata que operó bajo la llamada República de Weimar. Visitó también Francia, donde fue recibido con honores por el Primer Ministro Édouart Herriot, y aunque no visitó Inglaterra, si estudió al movimiento laborista, luego acudió a los Estados Unidos donde el presidente Calvin Coolidge le recibió, y fue homenajeado por la Federación Estadounidense del Trabajo, presidida por Samuel Gompers. Influido por lo que conoció en sus viajes y por los apoyos que le fueron ofrecidos, radicalizó sus posiciones ideológicas, particularmente la anticatólica.
Al asumir Calles la presidencia el 1 de diciembre de 1924 se dan varios hechos muy significativos que marcarían al Sistema Político Mexicano durante todo el priato (1929-2000): en 1925 la Unión Soviética abre en México la primera de sus embajadas (en la inauguración el embajador soviético afirmó que ningún país tenía tantas similitudes con la URSS, como México); el gobierno callista desconoce los tratados de Bucareli -lo que aparenta un distanciamiento de Washington- mientras se instala una línea telefónica directa entre Calles y el presidente Coolidge; se funda la Iglesia Católica Nacional Mexicana dotándola de edificios, recursos y medios para romper con El Vaticano; en 1926 dicta la ley reglamentaria del Artículo 130 de la Constitución, conocida como Ley Calles, claramente violatoria a los más elementales derechos humanos, lo que provoca el alzamiento de las élites católicas y del pueblo creyente que se habían mantenido al margen de las pendencias revolucionarias en las que los caudillos -radicales todos ellos- se disputaban la silla mientras nadie tenía capacidad de gobernar. La opinión pública norteamericana veía con preocupación lo que sucedía en México, donde se llegó a decir que gobernaba un soviet como en la URSS.
Los combatientes cristeros (1926-29) no tuvieron ayuda del exterior pero lograron fácilmente el apoyo de la población, de manera que el régimen revolucionario estuvo en serio peligro de perder lo que había logrado en cien años de abierto combate a la civilización cristiana, que con aciertos y errores había dado estilo de vida y costumbres al pueblo mexicano durante 400 años. Mientras la Liga Nacional para la Defensa de la Libertad Religiosa ponía al gobierno de Calles contra la pared -desde una posición de fuerza difícil de sostener por mucho tiempo- los obispos católicos, con la mediación del gobierno Washington muy presionado por la opinión pública de un pueblo orgulloso de sus libertades, negociaban con Calles el statu quo que prevalecería en las relaciones del Estado Mexicano con la Iglesia Católica hasta el sexenio del presidente Echeverría (1970-76).
Calles asentó su poder en cuatro pilares: El apoyo de Obregón, principal caudillo de la época, descaudillización y profesionalización del ejército; organizaciones corporativistas que devendrían en la fundación del partido-gobierno; y el apoyo norteamericano más allá de las poses hostiles.
Al llegar el momento de su sucesión, la fuerte presencia de Obregón lleva a modificar la Constitución para permitir su reelección para el periodo 1928-32 -lo que sucede- pero siendo presidente electo es asesinado por José León Toral -militante católico- pero habiendo sido culpados mediante burdos montajes el sacerdote Miguel Agustín Pro -fusilado sin juicio alguno- y Concepción Acevedo de la LLata -la madre Conchita- condenada a 20 años de prisión, se suscitaron muchas suspicacias en torno al asesinato del que indudablemente Calles resultó fortalecido, ya que a partir de entonces fue el Jefe Máximo de la Revolución, iniciándose el periodo denominado “El Maximato” (1928-34), en el que para evitar la reelección ejerce el poder real detrás de presidentes peleles: Emilio Portes Gil (1928-30) designado presidente sustituto por el Congreso; Pascual Ortiz Rubio (1930-32) electo para completar el periodo; y Abelardo L. Rodríguez (1932-34) sustituto de Ortiz Rubio quien renunció al cargo.
En este entorno se dio la fundación del Partido Nacional Revolucionario (4 de marzo de 1929) que luego se denominaría Partido de la Revolución Mexicana (30 de marzo de 1938) y finalmente Partido Revolucionario Institucional -PRI- (18 de enero de 1946) que gobernó al país como partido-gobierno hasta el año 2000, cuando es democráticamente derrotado por La Derecha.