Por Valentín Varillas
Rubén Moreira, priista, ha sido un personaje importante en la conquista de triunfos políticos para la 4T y por lo mismo, una pieza fundamental en la estrategia de control político absoluto que ha ensayado el actual gobierno federal.
El ejemplo más reciente de su eficacia para defender de los intereses del régimen, se dio en las elecciones estatales del pasado junio.
Rubén, operó de manera intensa para que los resultados electorales se dieran de acuerdo a los objetivos de Palacio Nacional.
Fue uno de los operadores políticos de mayor importancia y eficacia para Adán Augusto López, prácticamente desde su llegada a la secretaría de Gobernación.
Y se notó, en función de lo que pasó, tanto en el Estado de México como en Coahuila.
En el primero, Moreira supo mantener al margen al grupo opositor a Alejandro Moreno al interior del tricolor.
Ni Miguel Ángel Osorio Chong, mucho menos Claudia Ruiz Massieu y sus aliados, pudieron hacer algo para modificar el acuerdo que se tenía ya desde hace prácticamente 6 años, cuando era un hecho que Andrés Manuel López Obrador sería presidente de este país.
Dejar gobernar 6 años más al Grupo Atlacomulco y luego, tomar el control político absoluto de la entidad más cotizada en número de votos potenciales, en plena coyuntura de sucesión presidencial.
Moreira los contuvo, los acorraló y los redujo a su mínima expresión.
Ahí, mantuvo una comunicación permanente con Alfredo del Mazo y con el propio Adán Augusto, para que no quedara un solo hilo suelto y se llegara a la meta: un triunfo de Delfina Gómez por un margen lo suficientemente amplio para evitar la judicialización de la elección.
Y así fue.
El resultado fue de una contundencia tal, que dejó más que satisfecho a su verdadero jefe: Andrés Manuel López Obrador.
Rubén fue fundamental para que el PRI dejara de ser gobierno en aquella entidad, después de casi un siglo.
El verdugo de su partido apareció -en el colmo del surrealismo- al lado de Alejandra del Moral en el momento en el que reconoció públicamente su derrota.
Increíble, pero muy astuto.
No quiso ir a Coahuila, su estado, en pleno furor por la victoria.
Una victoria suya, más que de “su partido”.
Naturalmente, iba a jalar buena parte de los reflectores mediáticos y se iba a enfrentar a una serie de cuestionamientos incómodos sobre qué papel jugará él o sus familiares y allegados en el gobierno de Manuel Jiménez.
El comentario más contundente que tuvo sobre los resultados de aquel domingo, fue una publicación en sus redes sociales en donde aparecía la imagen de una botella de cerveza al lado de un vaso y la frase: “Yo, feliz”.
Más claro, imposible.
Con estos antecedentes, que se saben de sobra en las grandes ligas de la política nacional, a Moreira lo nombran el Coordinador Territorial de la campaña presidencial del Frente Opositor.
De locos.
En el búnker de Xóchitl, no cabe duda, se han colado sus peores enemigos.
Sí, aunque no lo reconozcan, el fantasma de Josefina Vázquez Mota ya ronda a quien en teoría iba a poner de cabeza a la 4T.
Peor, imposible.