Por Valentín Varillas
Imposible dimensionar todavía las consecuencias que traerá a declaratoria de culpabilidad de Genaro García Luna.
Las posibilidades y escenarios son de lo más variado.
Cabe de todo, en términos del análisis.
Aquellos que se centran en los inevitables lugares comunes.
Por ejemplo, señalar lo que desde hace décadas resulta evidente: que México es un país infiltrado en sus instituciones públicas por organizaciones delictivas.
Hay otros que se centran en lo netamente político-electoral.
Este auténtico misil que pega de lleno en la línea de flotación del proyecto de la oposición para el 2024.
De por sí, los números no le auguran nada bueno a los opositores de Morena, pero la decisión tomada de manera unánime por un jurado extranjero que emitió un dictamen sobre el tema, puede ser el último clavo en el ataúd de quienes pretenden sacar a la 4T de Palacio Nacional.
No se trata de una persecución política, ni mucho menos.
No hay la posibilidad de que panistas, cercanos o no al grupo de Calderón, se justifiquen vendiendo que son víctimas de una cargada del aparato oficial
Por eso, aquí hay mucha más tela de donde cortar.
De entrada, no parece casual que las autoridades norteamericanas se hayan centrado en la figura de García Luna.
¿Por qué él, si estos pactos perversos entre autoridades y delincuentes son y han sido una realidad añeja en México?
Es más, es un teme recurrente y siempre “prioritario” en la agenda binacional.
¿Qué hay realmente de fondo?
Tal vez la figura de García Luna abra la llave para que venga una consecuente limpia de las corporaciones gringas involucradas en el combate al narcotráfico.
Esta supuesta depuración podría tener también alcances de tipo electoral, de cara a las elecciones del 2024 en los Estados Unidos.
Varios escándalos potenciales podrían detonarse en una coyuntura muy complicada ara el Partido Demócrata, pero sobre todo, para el presidente Biden.
Se trata, ni más ni menos, del mandatario peor evaluado por sus gobernados desde los tiempos de Richard Nixon.
Sabiendo que nuestros vecinos son auténticos magos en la generación de distractores, cualquier cosa podría ocurrir.
Bajo la lógica con la que operan las instituciones en ese país, no es casualidad que se haya condenado al personaje de mayor rango en el servicio público en toda la historia de las relaciones bilaterales.
Algo traman en la lógica de tratar de evitar una potencial catástrofe electoral que le abriera las puertas de la Casa Blanca a los republicanos y, en una de esas, hasta al propio Trump.
Por eso le digo, las interpretaciones son infinitas.
Pero una cosa es sí es real, clara y contundente: en México no hemos sido capaces de llamar a cuentas a personajes de altísimo nivel e influencia que iniciaron, o bien continuaron con esta tradición de entregarle el país al crimen.
Y caben muchos, muchísimos: en pasado y en presente.
Más allá de los clásicos “chivos expiatorios”, los casos de mayor peso e importancia los ha llevado el vecino del norte.
Y no parece casual el hecho de que con García Luna pretendan sentar un precedente.
¿Para qué?
Para lo que en su momento les convenga; como ha sido siempre.
Mientras, el mensaje es claro: pongan todos, absolutamente todos, las barbas a remojar.
Y vaya que hay materia prima de donde agarrar.