23-11-2024 01:03:16 AM

El acierto de Barbosa

Por Valentín Varillas

 

No se equivocó Miguel Barbosa cuando rompió relaciones con los representantes de los organismos empresariales.

Ojo, jamás lo hizo con los verdaderos empresarios.

Se distanció de quienes se sintieron parte de una especie de élite, merecedora de todo tipo de privilegios, por un malentendido “derecho de sangre” que consideran heredables de generación en generación.

No tienen empresa propia, no generan empleos, no pagan impuestos y por lo mismo, no aportan absolutamente nada a la vida productiva local.

Sin embargo, manejaban como auténticas marionetas a quienes de manera oficial aparecían al frente de cámaras y consejos.

Además, se involucraron directamente en la política partidista, orquestando diversas y sistemáticas campañas de ataques, de auténtico desprestigio en contra del jefe del ejecutivo estatal.

Inclusive, desde que era candidato a la gubernatura.

En este contexto, Barbosa optó por generar una relación directa, sin intermediarios, con los auténticos hombres del dinero.

El objetivo: darles la confianza necesaria para seguir impulsando la vida productiva del estado.

Y la estrategia funcionó.

Los indicadores son contundentes y no dejan lugar a dudas.

La secretaria de Economía, Olivia Salomón, los dio a conocer hace un par de días.

Crecimiento sostenido y sistemático en sectores fundamentales como el de la construcción, el automotriz y el manufacturero, además del comercio -minorista y mayorista-.

Aumentos considerables en materia de exportaciones, captación de inversión extranjera y recuperación de empleos.

Cuarto lugar nacional en el crecimiento general de actividades industriales.

Todos estos indicadores son del INEGI, por aquello de las incredulidades, hoy tan socorridas cuando se tocan temas relevantes de la vida pública de nuestra entidad.

¿Conclusión?

Barbosa no se equivocó al cerrarle las puertas a los empresarios de cartón, de membrete y tomar acciones concretas de trabajo conjunto con quienes sí, de verdad, tienen un peso específico real en el desempeño de la economía del estado.

Ya lo dijoel clásico: “estando bien con Dios, que chinguen a su madre los angelitos”.

Y así seguirá.

No lo dude ni tantito.

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