Por Valentín Varillas
Sandra Prieto Budar decidió renunciar hace unos días a la Secretaría de Turismo, Cultura y Desarrollo Económico del municipio de San Pedro Cholula.
Se fue de manera voluntaria del cargo que ostentaba.
Sin embargo, existe mucho de fondo detrás de está personalísima elección.
Situaciones que volvieron un auténtico infierno su lugar de trabajo.
De entrada, el permanente hostigamiento laboral del que fue objeto, por parte de Rodrigo Aizpuru Sánchez.
Este personaje, consentido de la alcaldesa Paola Angón y que de acuerdo a los documentos oficiales del propio ayuntamiento firma como “Secretario de la Oficina Técnica de Presidencia”.
Un cargo que ni siquiera se encuentra debidamente protocolizado en el organigrama de la administración.
Prácticamente desde su llegada al cargo, Prieto empezó a ser hostigada con una serie de oficios firmados por Aizpuru, en donde se le señalaba por la comisión de inexistentes “faltas administrativas”, o bien por un supuesto inadecuado desempeño laboral.
El más absurdo de los documentos, es un Acta Administrativa levantada por supuestos actos de “falta de probidad u honradez”.
Según el funcionario, dos hechos justifican esta acción.
La supuesta ausencia de la Secretaria, tanto en el primer informe de labores de la alcaldesa Paola Angón, como en las reuniones preparatorias del Festival Vaniloquio 2022.
En el primero de los casos, la entonces funcionaria sí asistió en tiempo y forma al informe.
A pesar de que por miedo, Angón decidió blindar el primer cuadro de San Pedro y sus calles aledañas, Prieto Budar cumplió con su obligación.
Sobran los testigos que dan fe de lo anterior, pero además, existe evidencia gráfica irrefutable.
Por ejemplo, esta foto en donde aparece en el evento, portando el gafete oficial del informe, requisito fundamental para su ingreso.
En el tema de la organización del Festival, el sabotaje de Aizpuru fue de lo más burdo.
Como lo refiere el oficio aquí publicado, la titular de Cultura jamás fue convocada a ninguna de las reuniones a las que supuestamente dejó de asistir de manera intencional, faltando así a su responsabilidad laboral.
En cambio, 3 de sus directores recibieron el aviso de que tenían que estar presentes los días jueves 3 y viernes 4 de noviembre, a las 11 de la mañana, para “verificar la organización y planeación del festival”.
De locos.
Y lo peor: las actas administrativas deben girarse por un superior jerárquico, no por alguien cuyo cargo oficialmente ni siquiera existe.
Es evidente que Aizpuru no actuó por iniciativa propia.
Hizo semejante ridículo por órdenes directas de la presidenta municipal.
Y es que, cada día parece más claro que Paola Angón se siente amenazada o intimidada, cuando gente inteligente, pensante y preparada, se integra a su gobierno.
Y si se trata de mujeres, mucho peor.
Vaya sororidad.
¿Pero qué tal se lucra con el tema de género en el discurso?
El cantante, por su lado, no tiene de otra.
No se manda solo.
Se alquila y por lo mismo, “sacrifica” autonomía y libertad.
Ahora bien, si el propio ayuntamiento donde labora lo contrata y le paga cerca de 89 mil pesos por presentar su espectáculo musical, el arrastrar la dignidad tiene su recompensa.
Por cierto, en este contexto la duda mata: ¿ser empleado municipal y a la vez proveedor de un servicio –en este caso de entretenimiento- al mismo ayuntamiento donde se labora, no es un conflicto de intereses?
¿El caso Aizpuru no es un ejemplo clarísimo de “falta de probidad y honradez?
¿Quién tendría que haberse ido de la administración municipal en San Pedro?