Por Jesús Manuel Hernández
El asesinato de la activista y defensora de mujeres violentadas, Cecilia Monzón, vuelve a colocar a la zona conurbada de Puebla en el semáforo rojo de la violencia e inseguridad.
Un asunto sumamente delicado que traerá el destape, la divulgación de los casos que la abogada Monzón denunció e intentó esclarecer, sobre todo temas de abandono, pensiones alimenticias, violencia de género. Las primeras reacciones no se quedan en la aldea, no están tan solo en las voces locales, medios nacionales e internacionales en España, Perú, destacaron la noticia, pues Cecilia militaba en organismos nacionales.
Algunos de ellos le tocaron directamente a su desempeño profesional y como madre; Monzón Pérez, nieta de Filemón Pérez Cásares líder de la CROM en Cholula en la década de los 70 de siglo pasado, denunció a personajes de la vida política estatal como Javier López Zavala, quien le negó el apoyo económico por haber tenido un hijo con ella, Manlio López Contreras, candidato de MC por violencia de género, o Jorge Estefan Chidiac acusado de falsificar una firma de la abogada Monzón en documentos internos del PRI, entre otros.
Famosa por su empeño en no ceder ni un ápice en sus intenciones, mujer con carácter, capaz de enfrentar al poder, Monzón constituía uno de los principales activos de los colectivos responsables de la defensa de las mujeres violentadas.
Seguramente surgirán muchas especulaciones y se aplicarán métodos profesionales de confusión para los medios y los ciudadanos informados o mal informados, o manipulados, a quienes le sembrarán dudas bajo la premisa de “y en qué andaba metida”.
Un asunto resulta certero, la abogada Cecilia Monzón estaba llevando casos muy delicados contra gente de mucho poder, y eso obliga a las autoridades a dirigir sus investigaciones hacia esos escenarios.
El Fiscal del Estado tiene una oportunidad importante de dejar en claro si en la 4T no se padecen, se viven, se consecuentan, los mismos errores del pasado.
Recuérdese tan sólo el asunto aquél de la “piedra de gran calibre” culpable de la muerte de José Luis Tehuatlíe en Chalchihuapan en el periodo de gobierno del morenovallismo.
Es de esperarse que desde el mismo poder se intente desvirtuar o desprestigiar la labor de Cecilia Monzón.
Y es de esperar, aún más, que el feminismo, los colectivos de red de mujeres y otros levanten la voz y se alimenten de un nuevo activo, por desgracia en la lista de las mujeres asesinadas en Puebla.
¿Puede alguien imaginar si esta casualidad es gratuita o acaso derivada de un asunto más grave, de alto nivel?
Cualquier especulación, por desgracia, tendrá que ser evaluada.
O por lo menos, así me lo parece.