23-11-2024 11:09:15 AM

Y les ganó…otra vez

Por Valentín Varillas

 

Miope y muy básica sigue siendo la oposición en este país.

Festinan supuestas victorias pírricas que, en términos de política real, son derrotas contundentes.

Con matracas y silbatos inundaron las redes sociales con mensajes extasiados ente la “baja” participación de ciudadanos en el proceso de Revocación de Mandato que ordenó el presidente, que avaló la Corte y que operó en lo legislativo Morena de la mano de sus aliados electorales.

“Fracasó su poder de convocatoria”-celebraban.

“Se cae a pedazos su voto duro”- aseguraban gozosos.

Jamás entendieron nada.

AMLO sabía de sobra que el ejercicio no iba a alcanzar para volverlo “vinculante”.

Él mismo generó las condiciones para que no lo fuera.

El bajísimo presupuesto aprobado por la mayoría en el congreso federal era el punto central.

Cómo llevar a cabo un ejercicio que supone el mismo trabajo y esfuerzo que una elección presidencial, apenas con una fracción del dinero necesario.

La trampa fue muy ingeniosa y el resultado inmejorable ara los verdaderos objetivos de López Obrador.

Por un lado, seguir golpeando al INE, suponer que este órgano ya no responde a las necesidades políticas de los ciudadanos y que ha sido cooptado por sus enemigos, es decir, por los enemigos de la patria.

Ya en el tema político-electoral, el presidente y su partido cuentan ya con una radiografía real, muy certera de cómo están posicionados en todo el país.

Saben que cuentan con una base de votos de 15 millones de personas y conocen con absoluta precisión en dónde se concentra su voto duro y en qué zonas del país tienen que redoblar esfuerzos para llegar lo mejor posible a la elección del 2024.

Genial.

Otro tema en donde la oposición fue reactiva y cayó redondita en el garlito: la famosa Reforma Eléctrica.

Es evidente que en Palacio Nacional se sabía de antemano que le tema era intransitable en el legislativo.

Que ni de chiste iban a alcanzar los votos necesarios para su aprobación.

Es más, los opositores ni siquiera fueron apretados o presionados realmente, es decir, más allá del discurso, para forzar un voto a favor.

Los intereses gringos pesaban mucho más y en tres años nos ha quedado claro que López Obrador no traga lumbre en lo que a la relación con los Estados Unidos se refiere.

¿Y entonces?

Otra vez, la materia prima ideal para la confrontación, la fractura, el enfrentamiento, con un elemento importantísimo adicional: el nacionalismo.

La siempre eficaz fórmula de envolverse en la bandera mexicana, argumentando un inexistente peligro ara la soberanía.

Magistral.

Porque todo esto generó impactos directos en términos de opinión pública.

Y duélale a quién le duela, el presidente les volvió a ganar.

Chequen las encuestas.

Después de un par de meses con bajos históricos en términos de popularidad y aceptación, en promedio, todas las encuestas publicadas, que miden el desempeño del jefe del ejecutivo federal en términos de percepción ciudadana, reportan en promedio un crecimiento de 5 puntos porcentuales.

¿Y entonces?

¿Quién ganó en realidad?

Los inexistentes triunfos opositores no pasan de ser anecdóticos y  a veces hasta floridos en el poco estructurado manejo de su discurso público.

Pero en términos de política real, de votos potenciales para los procesos electorales que vienen, no ganaron absolutamente nada.

A pesar de los pesares, hoy el presidente está más fuerte que nunca.

    

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