23-11-2024 01:46:48 PM

¿Cuándo se jodió Atlixco?

Por Valentín Varillas

 

Atlixco era un paraíso.

El lugar preferido de los poblanos capitalinos para pasar los fines de semana, puentes y temporadas vacacionales tenía todo, absolutamente todo.

Es más, presumía de contar con “el mejor clima del mundo”.

Y así era, no solo en términos del estado del tiempo.

Paz y tranquilidad se respiraban en todo el municipio.

Sin embargo, a partir del 2008, con la llegada del priista Eleazar Pérez Sánchez, todo cambió.

Y de qué forma.

Sin prisa, pero sin pausa, el crimen se fue infiltrando en las entrañas de sus instituciones públicas.

Y empezaron entonces las historias de terror.

Asaltos, secuestros, extorsiones, narcomantas, se convirtieron en parte importante de la vida diaria de los atixquenses.

La frecuencia y alcances de los hechos delictivos que ahí se llevaban a cabo, prendieron los focos rojos del gobierno federal.

Empezaron a ser recurrentes los operativos sorpresa de la AFI, el Ejército y la Marina Armada de México.

Todos, bajo un clima de absoluto hermetismo.

Jamás compartían información, ni con el gobierno estatal ni con el municipal, bajo la premisa de que filtraban información clasificada a los miembros de las organizaciones criminales para protegerlas.

No se equivocaban.

La acción conjunta de estas instituciones abrió la Caja de Pandora.

Se descubrieron casas de seguridad en donde se encontraron auténticos arsenales.

Rifles de asalto, pistolas automáticas y hasta granadas.

La pesadilla mutó en contundente realidad.

El paraíso se convirtió en infierno.

Al término de aquella administración, se confirmó que más de 40 policías municipales estaban coludidos con organizaciones criminales.

Trabajan para ellos, en lugar de hacerlo a favor de una ciudadanía a la que en teoría se debían y que era la que pagaba sus salarios a través de sus impuestos.

“El México real”-diría el lugar común.

Con el cambio de partido en el gobierno, nada o casi nada cambió.

En la forma, se moderó un poco la estridencia mediática de los poderes de facto, pero en el fondo, siguieron infiltrando las instituciones públicas y hasta la vida empresarial del lugar.

Y así, hasta la fecha.

Los 9 muertos de hace unos días nos regresan contundentemente a una realidad que en nada ha cambiado y que sigue siendo muy complicada.

Se trata de la disputa entre grupos criminales por el control de la zona que en los próximos 15 años será la de mayor crecimiento en materia habitacional, comercial, turística y de servicios.

Nada más.

De ese tamaño es el botín.

De ese tamaño también, la bomba de tiempo que tienen en sus manos las autoridades estatales y municipales.

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