Por Jesús Manuel Hernández
Coincidencia, voluntaria ¿o involuntariamente?, el 22-02-2022 -capicúa- los bloques opositores al interior del Partido Acción Nacional en Puebla se reunieron bajo la convocatoria de su presidente nacional, Marko Cortés, quien llamó, estaría por demás, a la “unidad”.
Y es que la dirigencia nacional ve opciones de recuperar el poder en el 2024 siempre y cuando haya unidad al interior y se ejemplifique con un buen gobierno en donde tienen presencia.
Previamente a la reunión de los “bloques”, los periodistas llevaron a Cortés a pronunciar los adelantos respecto a las candidaturas del 2024. Voluntaria, ¿o involuntariamente?, Marko mencionó el respaldo a Eduardo Rivera Pérez, quizá su mejor carta.
Textualmente Cortés dijo: “Tenemos muchos y buenos perfiles, mujeres y hombres, sí el PAN poblano tiene con qué, y eso es parte de lo que lo hace muy fuerte y muy competitivo, yo estoy seguro que paso a paso, poco a poco, acercándose las fechas, lograremos ir decantando con quiénes de estos hombres y mujeres tenemos más posibilidades de poder ganar contundentemente el Estado de Puebla y también con cuál de estos perfiles, eventualmente, se puede también construir un posible gobierno de coalición para el estado de Puebla”.
El discurso, incluyente, voluntaria ¿o involuntariamente?, intentó no dejar fuera a nadie, hubiera sido un bumerang, venir a Puebla a convocar a la unidad y marcar línea a favor de una de las partes.
El caso es que Rivera Pérez está en el foco de los reflectores y eso es un arma de dos filos, sus seguidores alentarán su presencia, sus detractores cuestionarán sus acciones.
El escenario de la sucesión en Puebla, adelantado por el propio gobernador, está experimentando una casuística especial, donde algunos pretensos regalan arbolitos, otros se reúnen en lo oscurito a la luz de la línea superior y algunos más suman a los morenistas despreciados por Casa Aguayo.
Para Rivera Pérez el camino ha sido difícil en este periodo, no ha estado exento de las piedras en el camino desde dentro del propio gobierno donde Miguel Barbosa no acaba de dar ni su bendición ni su veto, quizá por que el inquilino de casa Aguayo ve como prioridad tener candidatos fuertes, ganadores para el Congreso del Estado, pues a decir verdad, es el Legislativo el que puede ayudarle a salir bien o toparse con los problemas de sus antecesores.
Me dijo recientemente un viejo político en el retiro: “Barbosa necesita ganar el Congreso, aunque pierda Casa Aguayo”.
Quizá la expresión no haya sido del todo afortunada, pero sin duda abre el espacio a muchas especulaciones.
Según Marko Cortés no está cerrada la puerta a la coalición, a la alianza de partidos, en el 2024, lo que supondría una candidatura común, pero no se sabe si en esta suma aparecerán las siglas del PRI, como sucedió el año pasado para recuperar la ciudad de Puebla.
Rivera Pérez es ante todo panista, tiene enfrente a un toro de poco menos de 3 años que lidiar y salir en hombros de la plaza pero sus detractores le gritan le avientan cojines al ruedo y el juez de plaza sonríe desde las alturas, pues en la medida en que la imagen del panista sea vulnerable crecerá la posibilidad de descubrir a otro candidato o candidata.
Y aquí se asoma la mini fuerza del PRI en el Congreso del Estado representada por Jorge Estefan Chidiac a quien le viene bien el traje de operador y eslabón de la cadena entre el pasado, el presente y quizá el futuro.
Eso no quiere decir que Chidiac, pueda ser candidato al gobierno, pero sí un factor clave sumado a los deseos del gobernador por buscar al sucesor, o sucesora.
Mientras tanto, Rivera Pérez tiene el reto de aumentar su cobertura de conocimiento en el interior del Estado, asunto que otros pueden hacer libremente y a él lo quieren sujetar al municipio, a la capital.
O por lo menos, así me lo parece.