Por Alejandro Mondragón
Vaya manera de cambiar todo ante los desastres naturales. Para muestra, basta señalar a Puebla.
El gobierno de Luis Miguel Barbosa hoy atiende la emergencia por el paso del huracán “Grace” con lo que tiene y puede, pues la ayuda federal se ha canalizado hacia Veracruz.
Sin embargo, la presencia de Estado se mantiene en los 57 municipios afectados con cinco muertos, damnificados y destrozos en la infraestructura carretera, eléctrica, telefónica y de vivienda. Se da respuesta.
El Fondo Nacional para Desastres Naturales no existe ya, pero el problema real no radica en su falta, sino en los excesos que se cometieron a nombre del Fonden.
Hace 22 años, la sierra norte de Puebla se inundó, además de las decenas de muertos, los pueblos quedaron incomunicados.
El entonces gobernador Melquiades Morales Flores instruyó a su secretario de Finanzas, Rafael Moreno Valle para abrir la arcas estatales y emplearon todo lo que se tenía del Fonden para atender a las comunidades.
Al final se gastaron más de 2 mil 500 millones de pesos que por lo visto nunca llegaron a los pueblos. Tiempo después se supo que buena parte de los recursos sirvieron para construir una estructura paralela en Finanzas para el proyecto a la gubernatura del entonces secretario del ramo.
Otro momento. En 2017, Puebla fue sacudida por un sismo que generó destrozos en templos religiosos y viviendas. Se emplearon los recursos del Fonden.
¿Y qué cree?
Tampoco acabaron en los damnificados. Cientos de millones de pesos fueron a parar al bolsillo de funcionarios, mediante empresas fantasmas y organismos patito de promoción de la vivienda.
Sí, hace falta el Fonden, pero más castigar a quienes se beneficiaron con sus recursos y hoy tienen a Puebla sin fondos ni programas federales.
Vaya desastre.