Por Jesús Manuel Hernández
El vicealmirante Ildefonso Amézaga pasó por la titularidad de Seguridad Pública de Puebla sin mucho ajetreo, de pronto una mañana se supo de su separación del cargo y su designación como titular de la Academia de Policía, un cargo menor. En su lugar llegó Raciel López Salazar, ex Fiscal de Chiapas, precedido de no muy buena fama, pero presumido por el gobernador Barbosa como un elemento digno de la confianza.
Su desempeño fue difundido en varias conferencias matutinas del gobernador poblano destacando siempre que Seguridad Pública del Estado sí detenía a los delincuentes importantes, a los machuchones, comparando el desempeño con el de la Policía Municipal de Lourdes Rosales.
Algunos funcionarios han coincidido que el verdadero problema entre los mandos policíacos surgió del interés de Raciel López por controlar a los policías de la ciudad, asunto que derivó en la confrontación con Claudia Rivera y que persiste hasta la fecha.
No hubo conferencia de prensa de Miguel Barbosa donde al tocar el tema de seguridad destacara el desempeño de Raciel López, quizá el más ejemplar haya sido el operativo en la “Maldita Vecindad” del Centro Histórico de la capital.
Si hubo tantos operativos exitosos en poco más de un año de desempeño de López Salazar, a qué viene su inesperada renuncia acompañada de una “limpia” de los mandos en toda la entidad.
¿Acaso hubo alguna presión de la federación?
¿Acaso la recomendación de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Puebla por las violaciones en el Cereso?
¿Acaso la puntualización de aumento de casos de mujeres desaparecidas en Puebla informada por Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración de la Secretaría de Gobernación hace unos días?
Es de esperarse que el gobernador de una explicación creíble, aceptable para la sociedad poblana y más aún, para la clase política nacional.
Y es quizá en ese escenario, el nacional, donde la desconfianza sobre los mandos policíacos del Estado de Puebla, se haya producido desde hace varios meses.
Muchos recuerdan la reunión nacional de seguridad pública en la Zona Militar de Puebla cuando vino el presidente López Obrador, Alfonso Durazo fue interrumpido dos o tres veces por el gobernador cuando se informaba sobre las estadísticas de Puebla en la materia.
Otros más recuerdan que pese a todo el esfuerzo por quitar a Lourdes Rosales, su posición ha sido defendida en los más altos niveles nacionales.
¿Acaso estaremos asistiendo a una recomendación federal sobre el comportamiento del gobierno poblano?
¿Acaso la decisión responde a un escenario electoral?
O simplemente ¿Raciel López se levantó de malas, no aguantó las órdenes del gobernador y renunció?
Haya sido, como haya sido, la información dejará la puerta a la especulación si el gobernador no da una explicación creíble para todos.
O por lo menos, así me lo parece.