Hoy se cumple la primera quincena del gobierno de la Primera Presidenta Municipal de Puebla, Blanca Alcalá Ruiz. Y bueno, creo oportuno hacer algunos comentarios al respecto, a manera de una muy temprana evaluación.
Desde luego, la mejor evaluación es la que hace la propia ciudadanía, y eso es lo que medimos en las encuestas que periódicamente realizamos, al menos en el Buró de Estrategias y Análisis del Poder, S. C. y que continuamente también publicamos en STATUS y en otros medios escritos y electrónicos. Pronto tendremos nuevos datos.
Eso sí, era completamente lógico que los primeros días de Blanca Alcalá fueran observados con una potente lupa mediática que escudriñara minuciosamente todos los detalles de la nueva gestión. Recordemos que Alcalá ganó con un margen de puntos porcentuales pocas veces visto en procesos electorales en nuestra aldea. Además, el hecho de ser la primera gobernante mujer en Puebla, creó en muchos un marco conceptual muy distinto al de cualquier otro cambio de poderes local.
Por lo anterior, utilizando una ecuación directamente proporcional: A mayor cantidad de votos, mayor expectativa en un gobernante y, claro, como lo hemos dicho aquí mismo, mayor compromiso por parte de esa misma autoridad. Es bonito pues, ganar por números indiscutibles, pero de ese tamaño es el paquete.
Ahora bien, aún con lo dicho, creo honestamente que diez días hábiles (aunque hemos visto que no ha habido fin de semana de descanso para la nueva Alcaldesa), son aún muy pocos para emitir un juicio acertado, o por lo menos objetivo, sobre la nueva administración municipal.
Desde luego, todos quisiéramos ver una quincena espectacular. Tan espectacular como la victoria de Blanca. Pero creo honestamente que no necesariamente tiene que ser de ese modo.
Yo pienso que Blanca Alcalá no quiere –al menos eso se ve- ser generadora de tensiones o conflictos con nadie. Y bueno, aunque algunos crean lo contrario, eso es lo que dice la gente en las mediciones: Quiere gobernantes que se pongan a trabajar y punto.
Por otro lado, también es cierto que algunas críticas que han aparecido en los últimos días –más a nivel mediático que a nivel popular-, confirman que en Puebla hay una notable división en cuanto a simpatías partidistas y eso se refleja en la opinión de distintos sectores sociales.
Vamos, los panistas –por poner un ejemplo- jamás terminarán de aceptar que Alcalá ganó contundentemente a su candidato y eso se traducirá en críticas permanentes a su gestión. Y aunque llevara a cabo el mejor y más espectacular gobierno de la historia, ese grupo de la sociedad nunca la va a calificar aprobatoriamente. Lo mismo ha sucedido cuando ha gobernado al Municipio una autoridad panista: Los priístas no paran un solo momento de criticar todas y cada una de las decisiones de ese Alcalde. Aunque hayan sido buenas. Natural.
Por todo lo anterior, a mí me parece razonable que todos estemos muy pendientes de lo que está haciendo o dejando de hacer Blanca Alcalá. Y qué bueno. Eso también significa que somos ya una sociedad más participativa y politizada. Ni modo: Los nuevos gobernantes tienen que vivir con esa situación. ¿Querían ganar, no?
Finalizo aclarando algo también. Quince días no son nada para evaluar al nuevo gobierno municipal, sí. Pero si pasan meses y no hubiera avances, obras, buenas decisiones basadas en lo que pide la sociedad, en fin, que los poblanos veamos que efectivamente Blanca cumple con las altísimas expectativas que generó, entonces desde aquí seremos los primeros en decirlo. Con encuestas y datos frescos, como en el BEAP nos gusta sustentar nuestros dichos. Puntualmente.
Y es hasta fácil (aprobar ante la ciudadanía): la Alcaldesa Blanca Alcalá debe y tiene que ir cumpliendo todas y cada una de las promesas que hizo en campaña. En una época en la que la sociedad detesta, aborrece y desprecia a los políticos incumplidos, Blanca puede empezar a limpiar esa imagen tan negativa que se han ganado a pulso en todo México. Y en Puebla, claro.
Estaremos esperando.
