Por décadas, el Partido Acción Nacional manejó en el discurso que sus procesos internos eran modelo para otros partidos por su transparencia, legalidad, apertura y condiciones de igualdad de participación para sus militantes.
Por décadas también, la contundente realidad se ha encargado de echar por tierra tan mentirosa afirmación.
Y es que, en la práctica, resulta por lo menos imposible empatar los alcances del término “democrático”, con la serie de prácticas y amarres que se dan en la operación de los procedimientos para definir candidaturas.
Estos se han convertido en una gran simulación, una burda puesta en escena que viola estatutos, que ofende inteligencias, y que inhibe las aspiraciones de quienes no comparten la ideología del grupo dominante.
La decisión de “reventar” artificialmente el proceso para perfilar a como diera lugar la nominación de Ana Teresa Aranda como candidata por la vía plurinominal, es la muestra más clara de lo anterior.
Todo un partido en espera de la resolución de una candidatura que entra como calzador en la definición de la oferta electoral panista para enfrentar el próximo proceso federal y que, en el colmo del absurdo, involucra a instancias supuestamente ajenas al partido como el gobierno de la República.
La sana distancia ¿verdad?
Ana Tere se juega un auténtico volado con la obligada aceptación de su candidatura.
Si todo resulta como se espera y el PAN sufre una derrota importante en el proceso federal, a pesar de que Aranda amarre la diputación, se dirá que su imagen ya no pesa al interior, que se ha convertido en una leyenda sin fuerza al interior del panismo poblano y que no tuvo la capacidad de arrastrar a los demás candidatos para lograr un desempeño más o menos digno.
Pero también, con la nominación y a pesar de ser candidata plurinominal, La Doña tendrá la oportunidad de recorrer todo el estado con el pretexto de apoyar a los demás abanderados blanquiazules, lo cual puede ser el inicio de su campaña en busca de la nominación al gobierno del estado para el 2010.
Sería entonces, la cuña del grupo antiyunquista, una vez que Moreno Valle vive un auténtico idilio con la Organización.
EL CASO SÁNCHEZ DE CIMA
Otra muestra de clara de las mañas que se dan los que controlan el PAN para perfilar los procesos internos a sus intereses, es lo que sucedió con Cristina Sánchez de Cima, aspirante a la candidatura plurinominal.
Para “reventar” el proceso y obligarla a renunciar, los altos jerarcas de la Organización pusieron en práctica una de sus prácticas más comunes y frecuentes, en las que inclusive se han doctorado: la amenaza, acompañada de vejación, injuria y difamación.
Sucedió el pasado 26 de marzo, poco antes de las nueve de la noche.
El teléfono sonó y la amenaza no dejó lugar a dudas: fue lo suficientemente explícita.
“Te va a cargar la chingada a ti y a tu familia, si tu y la gente de la gorda salen a votar pendeja” …
Minutos después: un segundo mensaje, muy similar, para afianzar el miedo.
El tema no se quedó únicamente en el plano mediático.
Sánchez de Cima presentó en su momento una denuncia de hechos ante el Ministerio Público y otra más, esta de carácter electoral, ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
¡Viva la democracia panista!
Un auténtico orgullo nacional.
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