Por Jesús Manuel Hernández
Los signos de los tiempos siguen apareciendo, sólo los sordos no oyen y los ciegos no quieren ver la realidad que asoma cada día en Puebla. El rechazo al morenovallismo va en aumento, es como la humedad, se va gestando desde abajo, de pronto se manifiesta en el piso, en la base de la sociedad, y eso que aún no empieza la temporada de lluvias.
El encuentro casual de la plana priísta, Estefan, Lastiri y Dóger, con Fernando Manzanilla, es una muestra más de lo que se avecina ante un escenario donde la imposición del ex gobernador es rechazada en todas partes.
La aparición en el escenario de Humberto Aguilar Coronado y Juan Carlos Mondragón; la rebelión en puerta en las filas del panismo municipal de la capital ante el fracaso del coloquialmente llamado por el propio Rafael como “el débil mental”; el ejercicio inhabilitado de la dirigencia estatal de Jesús Giles, pieza de ajedrez de la ex primera dama, y la cantidad de mensajes enviados por el nuevo gobierno sobre la incomodidad de decisiones que pretenden seguir tomando en la nueva administración, van, como los granos de maíz, llenando el buche.
En el primer círculo de gobierno ya nadie esconde su pensamiento, están hartos de que el ex 01, quiera seguir siendo el jefe. La actuación de Lozano Alarcón incomoda cada vez más al interior y al exterior; las juntas donde se aparece tienen un común denominador, todos callan, nadie expresa lo que piensa, pero cuando sale de la reunión, afloran las diferencias.
Todos los caminos llevan un mismo sentido, la clase política y la sociedad están dispuestas a unirse, tal como sucedió en 2010, cuando hubo un rechazo a la imposición marinista de López Zavala.
Hoy se repite el escenario, se recicla, todos están unidos contra la imposición morenovallista.
O por lo menos, así me lo parece.