En las últimas semanas –sobre todo a finales de cada año o en temporadas festivas y por ello de alto consumo comercial- mucho se ha hablado, al menos en el ámbito mediático, sobre el problema que para la capital poblana representa el llamado comercio informal. Los vendedores ambulantes, pues.
El tema, por supuesto –y como todos en esta vida- puede ser abordado desde diferentes ópticas y hasta intereses. Desde el punto de vista legal, fiscal, financiero o desde la perspectiva de los comerciantes formales, gobernantes o ciudadanos comunes y corrientes.
Cada quien, desde luego, tiene su propia opinión sobre el tema, de acuerdo, insisto, de cuál sea su visión. Yo aclaro que poseo la mía, desde muchos ángulos, pues es un problema complejo que aqueja no solo a Puebla sino a todo el país y a muchos más en Latinoamérica y el mundo. No es fácil emitir una simple postura al respecto.
Pero bueno. Nosotros quisimos sabe lo que opina la ciudadanía de esta capital, en general, con respecto a los vendedores informales o ambulantes. Para ello, en el Buró de Estrategias y Análisis del Poder, S. C., levantamos una encuesta a una muestra representativa de habitantes de este Municipio, con la metodología acostumbrada.
La pregunta planteada fue: “¿Usted está a favor o en contra de que existan vendedores ambulantes en Puebla?”. Y las respuestas se ordenaron de la siguiente forma.
Un 42.9 % de la ciudadanía expresa que está en desacuerdo en que haya vendedores ambulantes, mientras que un 41.7 % dice estar de acuerdo o conforme con que exista el comercio informal. Un 12.2 % dice que está “más o menos” de acuerdo.
Lo anterior quiere decir que la sociedad poblana está prácticamente dividida con respecto a la existencia de los vendedores ambulantes. Muchos dicen que no debería haber este tipo de práctica, pero otros tantos dicen que sí están de acuerdo con la presencia de vendedores en las calles de Puebla.
De lo anterior ya se pueden sacar varias conclusiones, pero nosotros quisimos saber también los motivos de las respuestas. Y quedaron en el siguiente orden.
Del porcentaje de personas que dice que no deberían existir los ambulantes, el 26.5 % expresa que el motivo de su respuesta es porque estorban el paso de las personas, otro 13.2 % dice que se deberían reubicar mejor, un 11.8 % responde que dan mal aspecto a la ciudad, el 11.3 % manifiesta que porque no pagan impuestos, 6.9 % responde que perjudican al comercio formal, un 6.4 % dice que contaminan, 5.9 % responde que son auténticas mafias y el mismo porcentaje expresa que son problemáticos en general. Un 2.9 % está en contra de su existencia pero responden que no hay empleos (o sea que sí se deben tolerar), 2.5 % manifiesta que solo venden piratería, 2.5 % no sabe del tema o de plano no contestó. Y finalmente, el 2.5 % dice que están desorganizados y el mismo porcentaje expresa que generan inseguridad.
Ahora bien, los que respondieron que sí están de acuerdo en que haya vendedores ambulantes, ordenaron sus razones de la siguiente manera: Un 30.3 % dice que porque necesitan trabajar, 12.1 % (casi lo mismo) que porque no hay empleo, otro 12.1 % responde que es un trabajo, 10.1 % de la gente expresa que venden más barato, 9.6 % dice estar de acuerdo pero que los reubiquen, 5.6 % (muy interesante) dice que él mismo es vendedor ambulante, el mismo porcentaje responde que si no venden en las calles se vuelven delincuentes, otro 4 % responde que tienen derecho a trabajar, 3.5 % no sabe o no contestó, 3 % dice que los ambulantes activan la economía, 2 % dice que no perjudican a nadie, 1 % dice que están más cerca y 0.5 % expresa que se gana más de ambulante que como empleado.
Como se podrá observar, las razones de las respuestas son muy variadas y prácticamente todas tienen algo de verdad, tanto para los que no quieren ambulantes como para los que sí están de acuerdo en su existencia.
Lo que sí es un hecho es que no toda la sociedad está contra el comercio informal. Como vemos, prácticamente la mitad de los ciudadanos no ve con malos ojos a los vendedores ambulantes. Cabe destacar que el motivo más socorrido por el que muchos no tienen nada contra el ambulantaje es que debe ser visto como un trabajo y que ello evita delincuencia, pues.
Legal y fiscalmente los ambulantes están cometiendo un delito, sí. Pero, como el caso de los paisanos que se van a trabajar al extranjero: ¿Nuestro país, Estado o Municipio está brindando oportunidades suficientes para que nadie se dedique a una actividad informal? ¿O de plano muchos son ambulantes porque les conviene? ¿Cómo resolver el problema, qué hacer con ellos, cómo darles trabajo, en dónde ponerlos, etc., etc., etc.?
Ahí tiene usted. Cada quien tiene su propia opinión, como siempre.
Yo solo les muestro las estadísticas.