Por: Jesús Manuel Hernández
Ha iniciado el proceso de elección del próximo gobernador en Puebla. La mano que mece la cuna ni se oculta ni se amedrenta, por el contrario, aparece espectacularmente para que todo sepan “quien manda”.
Curiosamente la operación “sigamos adelante” de la mano del “ni un paso atrás” ha estado salpicada de incongruencias emanadas desde el mismo poder.
La democracia está muy lejana en las prácticas políticas vistas en Puebla.
¿Puede llamarse a este proceso “democrático”, cuando se impide el registro de los independientes o se manipula su congelamiento?
¿Cabe en el concepto de la democracia el trato que se le da a Roxana Luna y su partido por el simple hecho de no estar del lado del gobernador?
En el concepto de la democracia en el mundo entero hay dos puntos que deben quedar muy claros: la libertad y la igualdad. Y ambos han sido manipulados, impedidos para su ejercicio en el estado de Puebla. Los hechos hablan por sí solos.
Más que seguir adelante y no volver al pasado, la política en Puebla está dando un giro al revés, vamos de regreso al pasado, a la puesta en valor, por desgracia, del viejo, mafioso y antidemocrático priísmo.
El retorno de los reyes de la mapachería, como José Alarcón, la compra de votos pública, abierta, a través del reparto de tinacos, descuentos en multas, mochilas escolares, uniformes, rebajas en pagos de contribuciones, etcétera. El viejo PRI está de vuelta disfrazado de una alianza que le vende a los nuevos, los electores amateurs, una visión por la continuidad.
El más claro populismo invade las pantallas, las primeras planas de los diarios y los espacios hertzianos. El “antes” y el “después” en fotografías a modo. El fomento del paternalismo, el dador de favores, el dueño de la hacienda, el “perdona vidas” de los presidentes municipales con sus cuentas públicas, el palo y la zanahoria del burro.
Todo ello constituye el hoy de la política poblana, el juego del gobierno con la sociedad, dejando de lado la solución de fondo de los problemas estructurales con paliativos que obedecen a la mercadotecnia política.
Un gobierno que rechaza el pasado, que cita ejemplos de lo que no debe ser, ha acabado por morderse la cola, por usar las mismas estrategias que la sociedad ya rechazó.
Ni la igualdad, ni la libertad, han sido privilegiadas en las acciones del gobierno de Rafael Moreno Valle.
O por lo menos así me lo ha parecido.