¿Tiene usted algún problema personal que de plano no puede resolver a través del diálogo, los acuerdos o la negociación?
¿Alguien le debe dinero o se atrevió a insultarlo y no se quiere manchar las manos?
¿Su vecino arma ruidosas fiestas que no lo dejan dormir, estorba su cochera con su automóvil o no limpia las cacas de su perro cuando lo saca a pasear?
No se reocupe, hay una solución inmediata que puede cambiarle la vida: la Policía Judicial del estado.
Estos decentes, honestos, comprometidos y sobre todo profesionales elementos de élite, se alquilan de la forma más burda para hacer el trabajo sucio por usted.
Por una módica mochada, pagada como siempre en lo oscurito y al margen de la ley, usted podrá tener de su lado a una “madrina” y dos “ahijados” para que ya no tenga de que preocuparse.
Un ejemplo.
Sucedió el sábado pasado poco después del medio día.
Por la puerta trasera del Centro Mexicano Libanés ingresaron tres elementos de la corporación, después de golpear a personal de seguridad del club que intentaba impedirles el ingreso ya que no existía documento legal que lo justificara, procedieron a la búsqueda de uno de los socios.
Cafetería, restaurante, baños, vestidores, fueron registrados por estos honorables personajes ante la mirada atónita de familias completas que disfrutaban de su fin de semana.
Después de unos minutos encontraron por fin su objetivo.
Sin explicación de por medio arremetieron en contra del sujeto con el único argumento de “somos judiciales”.
Cuando el detenido solicitó que los agentes le explicaran el por qué lo detenían y que mostraran la orden de aprehensión correspondiente, lo único que obtuvo como respuesta fue un golpe en el estómago.
En el momento en el que era sacado del club por estos paladines de la justicia poblana, al lugar llego personal de la gerencia que pidió una explicación de lo que ahí pasaba.
“Mejor ni te metas, cabrón”-alcanzó a decir uno de los orangutanes.
Sin embargo, a pesar de la amenaza, insistían en que se les mostraran los papeles que explicaran la incursión al club.
Así llegaron a la calle, en donde se pudieron percatar que estos individuos habían llegado al lugar en un vehículo oficial de la Procuraduría de Justicia del estado.
Sí, en una patrulla de la Judicial.
Y entonces, cuando este auténtico secuestro estuvo a punto de consumarse, uno de estos profesionales de la seguridad se dio cuenta de que había perdido las llaves y que no podían llevarse al sujeto.
Las llaves fueron encontradas por un trabajador de limpieza del lugar que de inmediato se las entregó al gerente, quien amenazó con entregar la evidencia a la agencia del MP y así proceder contra los agentes, quienes no tuvieron más remedio que soltar al “detenido” y retirarse de inmediato del lugar.
¿Cómo ve?
Así se las gastan.
¿Le sorprende?
Claro que no.
El que los judiciales se comporten como matones a sueldo es una realidad que se vive en Puebla desde hace décadas y que se tolera y fomenta ahora a través de la complicidad de dos individuos que se han convertido en un auténtico cáncer maligno para la procuración de justicia en Puebla: Rodolfo Igor Archundia y Hugo Isaac Arzola.
Y es que, mientras sus elementos actúan como mafiosos, en los archivos de la dependencia duermen el sueño de los justos cientos de órdenes de aprehensión giradas por jueces en contra de asaltantes, secuestradores, violadores y asesinos.
Sí, los verdaderos delincuentes.
Claro, en el discurso manejan profesionalismo, honestidad, preocupación y compromiso.
En los hechos, el rollo oficial queda sin efecto.
Por cierto, la historia anterior no puede ni debe quedar así.
Fuentes del club confirmaron tener el número y las placas de la patrulla utilizada para este ajuste de cuentas y ya se preparan las denuncias correspondientes.
¿Servirán de algo?
¿Se llegará al fondo de esto?
¿Habrá voluntad?
Difícil, muy difícil.
latempestad@statuspuebla.com.mx