25-06-2025 11:59:24 AM

La preocupante muerte del CONEVAL

Por Valentín Varillas

 

El oficialismo ha decidió acabar con la instancia que, más allá de posturas políticas o ideológicas, medía con exactitud el éxito o el fracaso de las políticas públicas aplicadas por los gobiernos en materia social.

Indicadores reales, muy valiosos, que en su momento sirvieron para desenmascaras las constantes mentiras que se manejaban en el discurso público.

En Puebla por ejemplo.

A mitad del sexenio de Moreno Valle, en su estudio de Análisis y Medición de la Pobreza, los números del Coneval mostraban un preocupante aumento de la pobreza: de 61.5 a 64.5% entre 2010 y 2012.

Pasamos de 3.6 a 3.8 millones de personas que vivían en esa condición. 

Había otros que igualmente resultaban demoledores. 

En ese tiempo, existían aproximadamente 6,400 comunidades, de las cuales 6,100 eran pequeñas y dispersas.  

El 90% estaba dentro de los rangos de “marginación” y “muy alta marginación”.  

A pesar de que la mayoría de proyectos de desarrollo se centralizaron en la capital y municipios conurbados, el 45.5% de las 1,952 áreas urbanas se encontraban también en esta clasificación. 

Al cierre del primer trimestre de 2013, Puebla registró ante la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) una deuda por 9,035 millones de pesos, lo que representaba prácticamente un 40% del total de las participaciones federales. 

Al mismo tiempo, en el discurso se vendía que las obras y las acciones del gobierno se llevaban a cabo “sin pedir un solo peso prestado”.  

Éramos el segundo lugar en materia de mortalidad infantil y, además, el 24.4% de los infantes sufrían de algún grado de desnutrición. 

En materia educativa, tampoco íbamos nada bien. 

De cada 100 personas de 15 años y más, 9.3 no tenían ningún grado de escolaridad y apenas el 60% contaban con educación básica. 

La Puebla moderna, la del siglo XXI, la de las ruedas de la fortuna, los teleféricos y los trenecitos, se caía como castillo de naipes cuando salió a la luz la cruda cara del hambre, la pobreza y la marginación. 

La solución no fue la redefinición de prioridades, ni un cambio radical en la política social, educativa y de salud pública. 

No. 

Optaron por destinar más y más millones para seguir vendiendo mentiras y más mentiras. 

Hoy, la 4T ha terminado haciendo lo que como oposición tanto criticó.

Al ser ahora el INEGI quien se encargue de las responsabilidades que tenía antes Coneval, el camino está libre para manipular las cifras a su conveniencia.

Acomodarlas a su antojo para que empaten con la tramposa narrativa oficial.

Sin que exista contrapeso alguno eficiente.

Como ya sucede en prácticamente en todos los demás aspectos de nuestra vida pública.

Así, los nuevos tiempos del país, esos que, a pesar de las evidencias, todavía nos venden que son mejores que los de antes.

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