Por Valentín Varillas
En México se gana mucho dinero vendiendo bases de datos personales de millones de ciudadanos.
Por eso, recibimos diariamente todo tipo de llamadas que se hacen desde teléfonos clonados y que se registran con claves internacionales de países de Europa o África.
Muchas de ellas tienen como fin el ensayar fraudes como el robo de identidad o de información incluida en dispositivos móviles.
Una logística similar utilizan las bandas de la delincuencia organizada para operar secuestros y extorsiones.
Las llevan a cabo inclusive desde el interior de las cárceles.
Los mal llamados Centros de Rehabilitación Social, que en los hechos son auténticas universidades del crimen.
El tráfico de información privada es un delito en el país.
También lo hacen bancos, financieras, tiendas departamentales, agencias de viajes, líneas aéreas, cadenas hoteleras, empresas de telefonía y muchas otras más que pretenden por esta insoportable vía vendernos los productos que ofrecen.
En este país existe una inútil Ley de Protección de Datos Personales que, a pesar de que considera sanciones para quien la viole, en los hechos no es más que letra muerta.
Y en el colmo de lo absurdo, servidores públicos, candidatos y partidos políticos, recurren también a este mercado negro como herramienta de propaganda de gobierno o electoral cuando son tiempos de campaña.
Sí, los mismos que en teoría tendrían que poner el ejemplo en términos de respeto al estado de derecho, lo violan descaradamente.
También saturan nuestros teléfonos con sus encuestas y grabaciones en donde nos tratan de vender los supuestos beneficios que hemos recibido de tenerlos como titulares de alguna cartera pública de importancia mayor.
Increíble.
Es la ley de la selva y no hay manera de poner orden.
Este delito que crece exponencialmente seguirá siendo, inevitablemente, parte importante de nuestra cotidianidad.
Y todo parece indicar que se pondrá peor y más peligroso, ante el imparable avance de la tecnología.
Por la misma razón, es muy probable que deje mucho más millones en el futuro inmediato, además de mucha más impunidad.
A disfrutar lo que se viene.
