Por Alejandro Mondragón
Se desconoce si es por los tiempos electorales, pero una diferencia palpable entre los estilos de Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum radica en la apertura.
Mientras el primero siempre se cerró a la diversidad de ideas e impuso un modelo indiscutible para él y los suyos: el anti neoliberalismo.
La segunda construye el llamado segundo piso de la Cuarta Transformación en la apertura de espacios para co gobernar en algunas zonas del país.
En otras palabras, incluir a quienes fueron señalados de anti4T, pero influyen en las clases medias, sectores empresariales, sociales y académicos.
Para López Obrador todo aquel que no lo respalde es parte de lo que su movimiento repudia, pero Sheinbaum no. Siempre hay espacio para todos, ha dicho.
Puede ser un punto que en tiempos de canallas no valga mucho. Sin embargo, por esa tesitura se camina rumbo a la nueva etapa de la 4T.
Lo más significativo es que López Obrador tampoco le disgusta que ocurra eso, claro es época electoral para sumar a todos.
Eso explicaría en buena parte la lectura que ya tienen tanto AMLO como Sheinbaum sobre lo que se requiere para ganar y que no es otra cosa que sumar perfiles competitivos.
No importa que se esté desvinculado del grupo en el poder o no sea cercano. Se trata de que el perfil gane.
Y aquí, en el caso de Puebla, encaja bien el tema. Alejandro Armenta que no era del grupo de AMLO ni de Sheinbaum salió candidato porque fue el que le da más votos a la 4T.
Lo mismo ocurrirá con José Chedraui Bubid. Será la carta a la alcaldía porque aprendió que la política es como el Golf, gana el que menos golpes da.
La apertura a otras expresiones diferentes, que también en Puebla maneja muy bien el gobernador Sergio Salomón, podría servir de guía para el futuro cercano.
