Por Valentín Varillas
La traición de los Natale a Manuel Velasco, durante el proceso interno para elegir al candidato del oficialismo a la presidencia, tendrá consecuencias inmediatas.
Al famoso “güero” no le gusto nadita el apoyo que la representación del partido en Puebla le dio a Marcelo Ebrard.
Ni siquiera los cobardes “mea culpa” ni las ridículas explicaciones de su líder estatal, les alcanzarán para mantener su minúsculo coto de poder.
La sentencia de muerte política no se decretó apenas.
Desde hace semanas, hubo una reunión entre el ex gobernador de Chiapas y Jorge Emilio González, el famoso “niño verde” que es, nada más y nada menos, el dueño único de la franquicia.
Ahí, Velasco puso sobre la mesa todos los pormenores, con lujo de detalles, de cómo los dirigentes poblanos estaban utilizando la estructura y su minúscula capacidad de operación en su contra.
Y por muy menor que parezca este detalle en la forma, en el fondo tiene un simbolismo demoledor.
Es más, no hay otra entidad federativa en donde se haya dado esta bizarra situación de apoyar a un precandidato distinto al del partido que, de acuerdo al cargo que ostentas, es al que oficialmente perteneces y representas.
Es, de verdad, de locos.
Después del cónclave, el dirigente nacional del Verde, Arturo Escobar, recibió la orden de que, una vez culminada la unción de Claudia Sheinbaum, se defenestrara al Jimmy y compañía.
Y la limpia va a ser demoledora.
La barredora va a operar a su máxima capacidad.
Como parte de los acuerdos, se tomó la decisión de que sea Beatriz Manrique Guevara, actual secretaria de Medio Ambiente del gobierno del estado.
Ella hizo carrera política desde sus inicios, en las estructuras, nacional y estatal del PVEM en Guanajuato.
Ha sido presidenta estatal del partido y consejera política nacional, diputada local y federal, además de candidata a gobernadora en el 2006.
Credenciales partidistas tiene de sobra.
Cercanía con quienes realmente dirigen sus destinos, mucho más.
Lo mismo la experiencia necesaria para renovar un partido vetusto, inoperante e ineficiente, que en el caso de Puebla ha sido históricamente comparsa y consorte de aquellos que sí han logrado llegar al poder.
Las traiciones en política, por más pragmática que se haya vuelto ésta en la actualidad, han tenido, tienen y seguirán teniendo consecuencias demoledoras para quienes las urden y operan.
Sobre todo, cuando se trata de perfiles tan burdos, básicos y elementales, como los que protagonizan esta historia.
Mejores tiempos vendrán para el PVEM poblano.
Ya era hora.