Por Valentín Varillas
Increíble que el supuesto gobierno del cambio, el de la Cuarta Transformación de la vida pública nacional, también utilice de manera facciosa las instituciones públicas para atacar a sus adversarios.
Como todos.
Como antes.
Como siempre.
Imposible no pensar en el sexenio de Rafael Moreno Valle en Puebla.
Las similitudes son monstruosas.
Hoy, López Obrador no tiene empacho en violar todo tipo de leyes y normas para “desprestigiar” a quien, en pleno uso de sus derechos políticos, quiere competirle a su partido la presidencia en el 2024.
RMV fue un maestros en esas penosas artes.
Todo el sistema de procuración y administración de justicia en aquel sexenio, sirvió en los hechos como el más efectivo garrote en contra de quienes unilateralmente fueron etiquetados como “enemigos de Rafa”.
Y por lo tanto, en su bizarra óptica: los enemigos de Puebla.
Activistas, defensores de derechos humanos, líderes de distintas organizaciones y fueron víctimas de investigaciones sesgadas, tramposas, violatorias a los más básicos y elementales derechos constitucionales.
En muchos de estos casos, ganar consistentemente amparos ante la justicia federal no fue suficiente para recuperar la libertad de los perseguidos.
Sí, en Puebla se utilizaron de manera facciosa las instituciones públicas como armas para sudar las calenturas personales de un gobernador.
Tal y como hoy se usan a nivel federal para servir a los intereses de López Obrador.
Gobiernos criminales que insertan a cómplices en áreas estratégicas de control jurídico para usarlas con fines netamente políticos.
¿Cuál cambio?
¿Cuál transformación?
Increíble que los defensores a ultranza de la democracia, quienes fustigaron hasta el cansancio el que desde el poder se violentaran las condiciones d e igualdad de participación y competencia en los procesos electorales, se hayan convertido en lo que en teoría, tanto repudiaron.
Además, todas este manoseo al estado de derecho resulta innecesario en función del posicionamiento que tiene el partido el poder de cara a la sucesión presidencial.
La ventaja de Morena es tan amplia de acuerdo con todas las encuestas, que parece a estas alturas irreversible.
Ni siquiera la “espectacular” aparición de Xóchitl Gálvez en el escenario opositor, parece haber hecho mella en el presupuesto electoral de Palacio Nacional.
Qué pinche necesidad de quitarle legitimidad a quien, por decisión de las mayorías, le dé continuidad al actual grupo en el poder.
No los ayuda presidente.
Al contrario.
