22-11-2024 06:50:03 PM

El extraño feminismo de la 4T

Por Valentín Varillas

No, no solo han sido las declaraciones desafortunadas.

Las que prácticamente desde el primer día de su gobierno, nos ha recetado el presidente en su discurso, con respecto a la complicada realidad que viven las mujeres en México.

Esas frases en donde de manera sistemática ha descalificado desde varios frentes el movimiento feminista nacional, al que considera parte de las organizaciones e instancias en donde se han podido infiltrar “sus enemigos”.

Y por lo tanto, en su bizarra y torcida lógica: los enemigos de la patria.

En su perorata, los etiqueta como aquellos miembros de la derecha conservadora que, a pesar de dejó de gobernar hace más de 4 años, sigue siendo la culpable de todos los males que aquejan al país..

Las válidas y legítimas reivindicaciones de los colectivos que se han echado al hombro la defensa de los derechos de las mujeres, han sido también materia prima para que el presidente recurra al victimismo.

Ése que se ha convertido en el punto medular de la estrategia de desviar la atención de la opinión pública ante aquellos grandes males del país que siguen erosionando el tejido social nacional.

De manera recurrente, AMLO encuentra la manera de que todo gire a su alrededor y que pasen a segundo término los cientos de mujeres que mueren cada año en el país simplemente por su condición de género y el dolor de sus familiares, hijos, amigos, padres y demás.

Desde el primer día, López Obrador nos mostró, con toda dureza, que los temas relacionados con la agenda feminista no le importan.

Es más, ni siquiera los entiende o asimila.

En su lógica, tener un gabinete con presencia importante de mujeres, ya es suficiente para ganarse la medalla del “presidente más feminista de la historia”.

Para él, se trata simplemente de cumplir con una incómoda cuota de género, nada más.

Sin embargo, la realidad es que las demandas y exigencias de las mujeres del país que dirige, no ocupan un lugar de mediana importancia en el ejercicio de su cargo.

Están completamente ausentes en la lista de prioridades.

Y no va a cambiar en la recta final de su sexenio, por más justas, legítimas y válidas que sean las reivindicaciones.

Al actual grupo en el poder, le importa únicamente cuidar un potencial costo político.

Más de treinta y tres millones de mexicanos llevamos a Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de la República.

Según la información dada a conocer en su momento, a través de las encuestas de salida, 49% del total fueron votos de mujeres.

Algo así como 16.2 millones.

Mujeres que confiaron en el candidato presidencial por diversas razones: hartazgo de los gobiernos anteriores, las promesas de honestidad y combate a la corrupción, una supuesta mejora en su realidad económica y social y sin duda, porque en teoría, atendería de raíz la complicada problemática que enfrenta la mujer mexicana.

Abusos, violencia, discriminación y sobre todo, el asesinato simplemente por ser mujeres.

“Feminicidio”- ese término que tanto molesta a los gobernantes por su incapacidad para atacarlo de manera eficaz, pero que refleja el infierno en el que viven de miles de mujeres en este país.

El crecimiento de este delito ha sido exponencial, desde la llegada de la 4T.

Más del 100% de acuerdo a cifras oficiales del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

No, aquí no hay “otros datos”.

No hay duda: el triste y decepcionante despertar de las mujeres que optaron por un cambio político en México ha sido demoledor.

Lo más grave, es el cómplice silencio de los liderazgos femeninos de la 4T.

Mujeres que son parte del gabinete, que gobiernan estados, o que forman parte del circulo de más confianza de López Obrador.

Ninguna le corrige la plana públicamente.

Ni siquiera se atreven a declarar lo que realmente opinan y piensan sobre la realidad de la s mujeres mexicanas,, para no generar una contradicción discursiva con su jefe, su amo, al que le deben todo lo que son políticamente.   

Esto, representa una validación implícita de la bizarra visión presidencial sobre el tema.

Realmente, para las auténticas feministas ¿será un honor estar con Obrador?

Qué decepción.

Ellas tendrían que ser las primeras en intentar por lo menos, sensibilizar al presidente y hacerlo entender la gravedad de la realidad en la que viven millones de mujeres en el país.

Abrirle los ojos al México real y no avalar el mundo de fantasía que intenta vender obsesivamente en su discurso.

Se han convertido en cómplices de las omisiones y la indiferencia de su patrón.

Y eso marca carreras y trayectorias de por vida.

Son las mismas que, en tres campañas presidenciales, gritaban a los cuatro vientos que la 4T sería feminista o no sería una transformación real.

Y ¿qué cree?

No lo ha sido y está muy lejos de serlo.

Es más, nunca lo fue ni lo será.

Ni siquiera en el escenario de que una mujer pudiera llegar a la presidencia en el 2024.

Así de plano.

 

 

 

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