Por Valentín Varillas
Sabe el presidente que, para ganar el 2024 y darle continuidad a la 4T en Palacio Nacional, lo que pase en los estados es fundamental.
Más allá de filias y fobias, el objetivo único es diseñar y operar una estrategia electoral que obtenga votos contantes y sonantes a favor de los candidatos de Morena.
De todos, absolutamente todos los que compitan por un cargo de elección popular bajo las siglas de este partido.
Y para lograrlo, un experto en temas de política real -no solo de teoría política- dimensiona la importancia de cada uno de los jefes políticos de las entidades del país.
Me refiero a los gobernadores, por supuesto.
Y en esa línea, sin moverse siquiera un milímetro, se ha conducido el jefe del ejecutivo federal.
A nadie debe de sorprender lo anterior.
Es más, recuerdo una columna de Leonardo Kourchenko, publicada en El Universal a finales de septiembre pasado, en donde adelantaba lo anterior.
El periodista relata una reunión encabezada por López Obrador con los 21 gobernadores emanados del Movimiento de Regeneración Nacional y con algunos “asesores”, además del secretario de Gobernación.
El motivo: definir la estrategia de obtención de votos en sus respectivos estados.
Conclusión: los gobernadores tendrán absoluta libertad de operación con tal de que sus candidatos ganen.
Pase lo que pase y al costo que sea.
Hay algunas líneas en la columna de Kourchenko que no dejan ninguna duda de lo anterior:
“Cueste lo que cueste, vamos a tener que ganar para garantizar que nuestro proyecto permanezca y se consolide.”
“Tienen mi autorización para hacer lo necesario para conseguir el resultado.”
“Hay que hacer lo que sea para asegurar la victoria, les dijo”.
Contundente ¿no cree?
Y esta “autorización presidencial” para ganar a como dé lugar, tiene como punto fundamental el contar con la facultad absoluta para definir al candidato.
Más allá de lo que se tenga que operar después.
Por lo mismo, tomando como materia prima para el análisis lo publicado por el periodista, podemos entender y asimilar la realidad que vive Puebla en el marco del relevo en la gubernatura del estado.
De entrada, aquí está la respuesta de por qué el presidente no le dedicó ni le ha dedicado siquiera 20 segundos de alguna de sus mañaneras a defender a Ignacio Mier, el líder de la bancada mayoritaria y de su partido, en la Cámara de Diputados, ante los señalamientos por lavado de dinero.
Un presidente rijoso, celoso de los suyos y que por horas -en varias de sus conferencias de prensa diarias- se ha ensañado en contra de quienes han osado criticar o señalar a personajes de mucho menor nivel que su coordinador parlamentario.
De ahí, que los procesos legales en contra de sus socios sigan su marcha sin que nadie meta las manos a su favor.
Es evidente que, en este escándalo, el único que debe de salir inmaculado es el propio Nacho.
No solo por lo que le falta operar en el legislativo federal, sino porque seguramente tiene planes a futuro que suponen su permanencia en la vida pública.
Aunque la candidatura al gobierno del estado se vea cada vez más lejana.
El silencio presidencial en torno a sus temas escabrosos, en términos de política real resulta ensordecedor.
También se entiende en este contexto la rendición de Armenta ante Miguel Barbosa.
Su velita encendida de poder ser el Plan B en caso de que los intereses electorales de Palacio Nacional y Casa Aguayo no converjan.
Sin embargo, con lo escrito hace dos meses por Kourchenko, quien por décadas ha manejado magníficas fuentes, ese sueño se va evaporando a una velocidad meteórica.
También empata perfectamente con lo publicado por Leonardo, las formas, usos, mensajes, presencias y ausencias en el primer informe legislativo de Sergio Salomón.
La presencia virtual pero permanente de la figura de Andrés Manuel durante todo el evento, no tiene nada de casual.
Manda señales muy claras.
Pero no hay que adelantarse.
En la forma, es un hecho que la lectura y los analisis en una actividad tan dinámica como la política, en ocasiones caducan muy rápido.
Pero en el fondo -y ese sí trasciende a la forma- queda muy claro que el presidente sabe que, para ganarlo todo en el 2024, la libertad absoluta de actuar de los gobernadores es la variable de mayor peso en la definición de la ecuación.