23-11-2024 02:36:24 AM

Confianza: el punto débil de Armenta

Por Valentín Varillas

 

Para nadie es un secreto el hecho de que Andrés Manuel López Obrador tendrá un peso específico real en la designación de candidatos para el 2024.

Más allá de la presidencia, en todos los cargos de elección popular que estarán en juego en ese proceso.

Así ha sido, desde que era la figura principal del PRD y así es ahora que es el dueño absoluto de la franquicia Morena, en donde su palabra es la ley y no hay quien se atreva a oponerse a sus designios.

El presidente ejercerá -les guste o no- y con toda contundencia, su amplísimo derecho de imponer perfiles a conveniencia.

Eso no anula la necesaria e indispensable coordinación con los jefes políticos de las entidades cuyos gobiernos emanaron del Movimiento de Regeneración Nacional.

Este reto, el de convertir en democrática y colegiada una decisión cupular, va a ir de la mano de la confianza ciudadana a un partido cuyo mito fundacional se basa en la legitimidad, un término ligado desde su misma génesis al concepto de democracia.

Las encuestas que va a llevar a cabo Morena como método de selección de sus abanderados debe de ser, por lo menos en apariencia: creíble y confiable.

¿Qué tan confiable es Alejandro Armenta Mier en la óptica del presidente?

Pocos saben que el poblano manifestó interés por ser parte del proyecto de AMLO en la coyuntura del 2012.

Se movió en la oscurito, cabildeó, sondeó y puso sobre la mesa su capital político para beneficiar al candidato de la izquierda, en un momento en el que las encuestas no le favorecían.

El conducto fue su primo, Ignacio Mier, quien ya estaba metido de lleno en las huestes lopez-obradoristas.

La propuesta llegó de manera directa a Andrés Manuel, que no estaba convencido de integrar a Armenta por sus ligas con el ex gobernador Mario Marín.

“Tiene el tufo marinista”-le confió el tabasqueño a uno de sus hombres de mayor confianza.

Pero era un momento en donde el PRD y sus aliados necesitaban sumar de todos lados para enfrentar a Peña Nieto y al PRI, que contaban con el apoyo del presidente Calderón, enojado en ese momento con su partido, porque no le dejaron poner candidato.

El mensaje, con aval incluido, llegó oportunamente.

Una diputación federal por el distrito 7, se le ofreció como recompensa,

Sin embargo, a partir de ahí, se generó un extraño y muy prolongado silencio.

Armenta no daba señales de vida.

De ningún tipo.

La comunicación estaba prácticamente rota.

Pocos días antes del registro de candidatos, volvió a la vida.

Sin mayores preámbulos, comunicaba que a pesar de su compromiso previo seguiría con el PRI.

Que era un hecho que Peña sería presidente, que a él le gustaba en política estar siempre con los ganadores y que, en un amarre con Miguel Ángel Osorio Chong tenía asegurado un lugar de “mucha importancia” en aquel gobierno federal.

Y que lo “disculparan” con el candidato presidencial.

Le dieron la dirección del Registro Nacional de Población: se convirtió en empleado de su nuevo padrino político y luego lo premiaron con la tan anhelada diputación federal en la LXIII Legislatura.

El desplante al grupo político del hoy presidente fue más que evidente.

Quedó registrado en el rubro de “traidores”.

Sin embargo, a pesar de todo, Armenta volvió por sus fueros y es hoy el líder de la bancada de Morena en el senado de la República.

¿Cómo lo logró?

Se lo cuento en la próxima entrega.

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