23-11-2024 02:39:10 AM

Alianza con ADN compartido

Por Valentín Varillas

 

¿De qué se espantan los panistas?

Los más críticos de los gobiernos emanados de Morena utilizan sistemáticamente el argumento de que hoy en México domina un régimen muy similar al Viejo PRI.

¿Y entonces?

Lógico resultaba el hecho de que, tarde o temprano, hubiera una mayor afinidad entre tricolores y la llamada 4T.

Pareciera que los altos jerarcas de la derecha poblana jamás consideraron la posibilidad de que un escenario así pudiera darse.

Falta absoluta de conocimiento de la realidad política nacional, o un gran teatro de sombras como materia prima para la victimización mediática.

Es real la división al interior del tricolor.

Que el grupo que defiende los intereses del ex presidente Peña, hoy garante del pacto de impunidad con el presidente López Obrador, ha ido perdiendo fuerza de manera sistemática.

Pero también es cierto que siguen siendo los más fuertes y los que llevan mano en la toma de decisiones importantes.

Sí hubo también un apretón desde el gobierno federal, una vez que se generaron algunas dudas desde la oficina principal de Palacio Nacional sobre si la rendición absoluta del último bastión priista, el Estado de México, se iba a dar en los hechos.

No ha quedado claro qué fue lo que detonó el nerviosismo del grupo hegemónico en el poder, pero fue evidente que el famoso Alito Moreno resultó ser el principal damnificado.

Y esto no tiene nada que ver con la negativa tricolor a votar a favor de las reformas que el presidente ha enviado al Congreso de la Unión.

Ni la energética, ni la electoral.

Tampoco pesa, con todo y la atención mediática que se la ha dado, el tema de la Guardia Nacional.

La supuesta militarización del país.

El verdadero y único interés del presidente en términos de su relación con el PRI es meramente electoral.

Lo demás son distractores.

AMLO ha ido rindiendo a los gobernadores priistas y va sumando estados en su estrategia de hacer ganar a su candidato en el 2024.

Y no se ha movido un milímetro de este objetivo.

Es un tema de votos.

Votos reales contantes y sonantes, los que definen ganadores en la política.

Y ganar en política no es lo único importante: es lo único.

En Puebla, por cierto, opera ya una alianza de facto entre estos partidos.

La llaman ya mediáticamente PRIMOR.

Los priistas poblanos se ven y operan mucho más cerca del gobierno estatal emanado de Morena, que de sus aliados en los otros partidos.

Es más, en el presupuesto electoral de la “oposición” aquí en la aldea, se da por hecho que el trabajo político real del PRI se hará a favor de los intereses oficiales.

Con o sin alianza formal.

Públicas se han hecho varias reuniones en donde quedaron en evidencia los acercamientos concretos entre personajes de Morena con aspiraciones para competir en el 2024 y aquellos priistas que todavía tienen un peso específico real en la movilización electoral en algunas zonas importantes del estado.

Y no quieren perder.

Buscarán, a como dé lugar, servirle a quien tenga posibilidades de ganar.

Y saben de sobra, que Morena tiene prácticamente en la bolsa la presidencia de la República y que bajo esa lógica, harán todo por mantener el gobierno de Puebla a como dé lugar.

Es más, hay quienes están tan convencidos de este escenario que ya negocian, actúan y operan, bajo la lógica de su Plan B personal.

De sus potenciales premios de consolación.

Aquí, el PRI será de color guinda en la coyuntura del 24, más allá de si aparecen o no con los mismos candidatos en la boleta electoral.

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