21-11-2024 03:05:35 PM

Yáñez, a operar

Por Valentín Varillas

 

No hay que personalizarlo.

César Yáñez regresa al círculo cercano de AMLO a operar electoralmente, claro.

Pero no a favor de Adán Augusto López como algunos creen.

Va a hacerlo para el perfil que le ordene su jefe y amigo, el presidente de la República.

Y es que, la relación jamás se lastimó, tal y como lo asegura la vox pópuli  política.

Había que montar un enorme teatro; una gran puesta en escena ara mandar un mensaje claro de que, ni los más queridos y fieles seguidores de Andrés Manuel, pueden violar el primer mandamiento de la catequesis de la 4T : vender una imagen de austeridad republicana y de preferencia, de pobreza franciscana.

No importa que ésta no se sostenga en la realidad.

Lo que vale en este caso es el juego de la percepción.

Y la verdad es que ,esta enorme tomada de pelo sí ha pegado en el imaginario colectivo de buena parte de quienes conforman todavía el voto duro de Morena.

De verdad creen a pie juntillas en que de verdad se acabó la corrupción con la llegada de este grupo al poder y que viven, como lo venden obsesivamente, al margen de los lujos y excesos que caracterizaron a quienes formaron parte de gobiernos anteriores.

Vaya fantasía.

Pero regresando a lo político, César Yáñez es un alfil muy valioso en la estrategia de obtención de votos para quien intente garantizar la continuidad de esta supuesta transformación.

Es tal vez el único personaje que por más de veinte años no se separó prácticamente de López Obrador.

Lo acompañó 24/7 en sus tres campañas presidenciales.

Y se metió de lleno al trabajo de campo que esto supone.

Yáñez conoce hasta el último rincón del país.

Lo recorrió de la mano del hoy jefe del ejecutivo federal.

Por lo mismo, cuenta con alianzas y relaciones de primer nivel con todo tipo de personajes que tienen un pes específico real en la toma de decisiones en sus respectivas comunidades.

En todas, hasta las mas alejadas de la mancha urbana.

Un incondicional que ha estado presente en las buenas, en las malas y en las peores.

Que resistió estoico el frío de la congeladora a la que fue condenado, después de que se hicieron públicos los excesos al estilo de la realeza, que caracterizaron su enlace matrimonial.

Juran los enterados que nunca se quejó.

Que jamás amenazó con romper.

Que mucho menos presionó para que se aceleraran los tiempos del perdón.

Por lo menos en lo que a la arena pública y mediática se refiere,

Sabía que, tarde o temprano, llegaría el momento de la reivindicación.

Nadie conoce mejor al presidente y Yáñez siempre estuvo consciente de que lo iban a necesitar para no dejar un solo cabo suelto en la lógica de operación electoral en la coyuntura de la presidencial del 24.

Yáñez no es de Adán Augusto.

Ni de cerca.

Tampoco de Sheinbaum; mucho menos de Ebrard.

Su dueño absoluto y único es, ha sido y será, Andrés Manuel López Obrador.

Y a él, solamente a él, está obligado a entregarle resultados.

Que no le quepa la menor duda.

No, no hay otro.

Ni le busque.

 

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