23-11-2024 10:40:47 AM

El Gertz poblano

Por Valentín Varillas

 

Panistas, perredistas y demás opositores al presidente López Obrador, dentro y fuera de la política, se indignan con toda razón, al ver cómo ha quedado en evidencia que el titular de la Fiscalía General de la República ha usado de manera facciosa las instituciones públicas del Estado Mexicano.

Ya sea para vendettas personales, como en el caso de su ex cuñada, o bien para ajustar cuentas con los enemigos y adversarios políticos de su jefe, el presidente López Obrador.

Sin embargo, algunos, sobre todo los que se formaron en Puebla, jamás quisieron darse cuenta de cómo un modelo idéntico de procuración y administración de justicia se implementaba en el estado para favorecer los intereses del entonces gobernador Rafael Moreno Valle.

Víctor Carrancá, en su papel como Fiscal, es el símil perfecto de Gertz Manero.

Y también, gracias a su amo Rafael, tenía a la totalidad de los jueces locales en la bolsa.

Su cómplice, Roberto Flores Toledano, titular del Tribunal Superior de Justicia, también actuaba como gatillero al servicio del ejecutivo estatal.

Ambos, pervirtieron el sistema de procuración y administración de justicia, con el único fin de servir a su jefe, no a la ciudadanía, persiguiendo y encarcelando a adversarios y opositores.

Y nunca les importó el nivel de manipulación de las instituciones del estado que tuvieron que ensayar, con tal de cumplir las órdenes que se les daban.

En su frenética cacería de incómodos, se armaban averiguaciones previas –hoy carpetas de investigación- a modo y así, se giraran órdenes de aprehensión con la misma facilidad con la que se reparten memelas en un puesto callejero.

Jamás importó si existían los elementos legales que soportaran jurídicamente las acusaciones.

La detención de “incómodos” se hacia por consigna, armando expedientes a la medida. Mintiendo, engañando, inventando hechos y utilizando testigos falsos.

El único requisito era que el supuesto delito fuera considerado como grave, de acuerdo al Código Penal poblano, para garantizar que el perseguido acabara en la cárcel.

La víctima tenía entonces que recurrir al juicio de amparo.

Buscar a la justicia federal en busca de eso, precisamente: justicia.

Pero la real, la auténtica, la que se administra apegada al estado de derecho y que va más allá de filias y fobias personales.

Cuando en el amparo quedaba clara la consigna; se evidenciaban los yerros, omisiones intencionales y violaciones al debido proceso, los jueces federales no tenían más remedio que echar para atrás todo lo que habían avalado ministerios públicos y jueces poblanos.

Para ese tiempo, el perseguido llevaba ya meses tras las rejas.

Cuando los plazos se cumplían, las instancias se agotaban y no había más remedio que dejar en libertad al acusado, la dupla siniestra Carrancá-Flores Toledano, volvía a las andadas.

Generaban una nueva acusación de otro supuesto delito grave, para mantener en la cárcel a quien fuera que hubiese sido etiquetado como enemigo del morenovallismo.

Y otra vez, a empezar de nuevo.

Y así, de esta manera, quienes representaban un obstáculo en la consecución de algún objetivo oficial, personal, o simplemente un capricho de Rafael, podían pasar años privados de su libertad sin ser responsables de la comisión de algún ilícito.

Así de fácil, así de injusto, así de indignante.

De esta manera acabaron con honras, con prestigios, con vidas enteras.

Criminal ¿no le parece?

Como criminal resulta el hecho de que hoy estén libres.

Que esta estrategia delictiva, que dejó una larga lista de damnificados, no tenga jamás consecuencias legales.

Que este par siga viviendo y disfrutando de lo que les dejó la sumisión a Rafael, gozando de absoluta impunidad.

No, eso no lo quisieron ver ni señalar panistas, perredistas y otros aliados políticos de un gobernador que lo controló todo para aplastar a quienes se atrevieron a plantarle cara, a disentir, o a tomar acciones para defender sus derechos, bienes y hasta su integridad física.

Grave que hoy señalen la paja en el ojo ajeno, sin ver la viga en el propio.

Más grave quizás, que en estos supuestos tiempos de cambio, funcionarios de la 4T se comporten como los de antes, como los de siempre, como lo que siempre criticaron y juraron que jamás harían.

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