Por Alejandro Mondragón
El gobernador Luis Miguel Barbosa comenzó desde hace varias semanas reuniones con el gran capital, al que ofrece certeza jurídica para invertir en Puebla.
Y con directivos de Audi y Volkswagen ha resuelto sostener los apoyos para la producción. De fondo está claro que prepara no sólo la generación de más empleos permanentes y bien remunerados, sino evitar despidos.
Tales acciones completan el círculo con su interés por obtener casi 3 mil 700 millones del cobro del impuesto sobre nómina que aportan las empresas con alta mano de obra.
Acudir al gran capital que puede contribuir fiscalmente no sólo acierta en el esquema de fortalecer las finanzas locales, sin elevar impuestos a la población, además deja en claro que aquellos liderzuelos del sector privado están más enfocados en la grilla que en pagar a la hacienda estatal, resultado de su generación de fuentes de trabajo.
Ya le habíamos comentado que los representantes de cámaras y organismos privados sólo van por el protagonismo y la selfie con el gobernador y su equipo, pero nada de invertir.
Eso ya lo sabe Luis Miguel Barbosa, pero también ha quedado claro en algunas de sus principales secretarias, como la de Economía, Olivia Salomón; y la de Turismo, Martha Ornelas.
La segunda ha confirmado que los llamados promotores de la imagen de Puebla sólo quieren el financiamiento del erario de sus proyectos para beneficio de ellos.
Y rompió relaciones con lideresas y dirigentes de restauranteros, hoteleros, moteleros y comerciantes que han hecho de agosto en toda la pandemia.
Quizá sabedores que se les acabó la fiesta, ahora se han refugiado en la administración municipal de Eduardo Rivera para hacer lo que bien saben: nada.
