Por Alejandro Mondragón
El PRI ya trae la llave para consolidar la Cuarta Transformación, a partir de las reformas constitucionales que planteará el presidente Andrés Manuel López Obrador, para empezar la iniciativa eléctrica.
Y no es que el tricolor sea un partido de traidores o acomodaticio, sino que es así. Nació para responder el poder. Es su naturaleza.
El Revolucionario Institucional ofrece votos en el legislativo federal y apoyo en los congresos estatales para garantizar lo que López Obrador quiere.
El PRI fue el primer partido en advertir que no se debería romper, bajo ninguna causa, la alianza opositora con el PAN y PRD, pero fue el que ya lo hizo.
Va por su lado porque sabe que sus ya escasos gobernadores y alcaldes requieren buenos presupuestos para arrancar el 2022. Se los darán.
Tampoco tiene que dar todos sus votos, con los necesarios para dar la mayoría calificada a Morena bastarán.
Siempre tendrá una salida para justificar cualquier acción que a los ojos de opositores signifique traición, pero a los de la 4T implique un acto de patriotismo.
En los congresos locales también contribuye a la sumatoria para las reformas constitucionales. Eso lo saben los mandatarios que hoy los tienen como aliados.
Los dirigentes del partido seguro que montarán su show en el estira y afloje, pero al final la naturaleza de ser un partido para servir y cuidar al poder saldrá a flote.
Nadie lo puede remediar. Todo depende lo que quiera el poder en turno. Privatizar o nacionalizar, abrir o cerrar. El PRI está para cubrir las espaldas, sin importarle el qué dirán.
Se va a salir con la suya, porque los priistas saben perfectamente que la moral es un árbol que da moras.
