23-11-2024 05:00:06 PM

El espejismo de los símbolos

Por Valentín Varillas

 

Desde que el hombre existe, la utilización de símbolos ha sido fundamental en sus procesos de comunicación.

Como apelan a las emociones, son muy efectivos para despertar fervor patrio o religioso.

Su uso y abuso, hasta la fecha despiertan conductas extremas, fanáticas, en quienes buscan reafirmar su individualidad a través de su interpretación y adopción como parte de sus sistemas de valores y creencias.

Por eso, de manera sistemática, estos símbolos son apropiados también por los políticos y sus movimientos.

Sirven para concentrar poder.

No importa que en los hechos no tengan nada que ver los unos con los otros.

El siglo XX estuvo repleto de ejemplos muy claros.

Los símbolos del imperio romano en el fascismo de Mussolini, o la famosa esvástica de los nazis, una de las expresiones más antiguas y famosas del sánscrito, utilizada por Hitler como sinónimo de superioridad racial.

Nada que ver.

Lo mismo la hoz y el martillo de la antigua Unión Soviética, extrapolados después a todos aquellos países que cayeron seducidos por la utopía del comunismo.

Y en España, la descarada explotación de la parafernalia católica por parte del franquismo, para permear en el imaginario colectivo del pueblo que aquella dictadura traía la bendición y el visto bueno del eterno.

En América Latina, algo parecido en décadas recientes.

El régimen cubano amparándose en la figura de José Martí y el venezolano en la de Simón Bolívar.

Ambos empatando sus respectivos gobiernos con los ideales de sus libertadores.

Haciendo suyos sus anhelos logros, hazañas, luchas y biografías.

Los dos, tomando como materia prima para su mercadotecnia y discursos, la imagen de sus héroes nacionales.

Políticos comunes y corrientes que se apropian de lo más granado de la historia de su país para fortalecer su blindaje popular y protegerse de mejor manera de sus adversarios y enemigos.

Se vuelven, de acuerdo a lo que manejan en su óptica y en su verborrea, la patria misma y por lo mismo, quien ose interponerse en la consecución de sus intereses, se convierten en enemigos  de la nación.

La Cuba y la Venezuela de hoy ¿se parecen a la que en su momento soñaron Martí y Bolívar?

En México, desde la llegada del nuevo gobierno se sigue el mismo patrón histórico, más allá de particularidades, creencias o ideologías.

Quienes hoy están en lo más alto del poder político fueron inclusive más allá.

Equipararon su victoria en las urnas con la lucha por la Independencia, la guerra de Reforma y la Revolución.

Se hacen llamar parte de la Cuarta Transformación de la Vida Pública Nacional y en su logo oficial incorporaron a Morelos, Hidalgo, Juárez, Madero y Cárdenas.

Y cabe aquí la misma pregunta : ¿hoy de verdad se rigen bajo los ideales y prácticas de las figuras que utilizan en su mercadotecnia?

¿El México que están formando, se parece en algo al que en su momento se imaginaron estos próceres?    

No me malentienda, no existe la menor intención de caer en el cómodo lugar común de comparar nuestra realidad con la de ningún otro país y mucho menos, adelantar nuestro futuro en función de lo que hoy se vive en otros lugares.

No es un tema de derechas o izquierdas, tampoco de socialismos o liberalismos.

Es simplemente, el viejo truco de tomar el pasado como botín, para justificar el presente.

Aquí y en donde sea.

Para bien o para mal.

Una de las más antiguas estrategias de poder, sigue tan efectiva y vigente como el primer día.

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