23-11-2024 07:00:35 PM

Comprar partidos,  la vieja estrategia

Por Valentín Varillas

 

No, no solamente ha sido el Verde y tampoco en la coyuntura electoral de este 2021.

Las meretrices de la política son parte de una vieja tradición en el sistema político mexicano, que parece no tener fin.

Ya lo vimos con toda contundencia.

Partidos que no tienen nada que ofrecer a la democracia nacional y que se venden al mejor postor para conservar todos los privilegios que supone la viabilidad de la franquicia.

En Puebla se ensayó esta estrategia  hasta el cansancio, como método infalible para ganar elecciones.

Moreno Valle fue el precursor y la verdad es que le arrojó muy buenos resultados.

Y es que, el mandatario poblano no controlaba únicamente a los partidos que iban oficialmente en alianza con el suyo.

Otros más, desde fuera, operaban en función de sus intereses electorales.

De entrada, el propio PRI.

Comprando a dirigentes, operadores, seccionales y hasta candidatos, el tricolor fue sin duda un aliado importante para el morenovallismo.

En Puebla y a nivel federal.

Las magníficas relaciones que tenía con Enrique Peña Nieto y el resto de la columna vertebral de aquel gobierno federal, anulaba la posibilidad de que en Puebla, a diferencia de lo que sucedía en el resto del país, se operara electoralmente a favor de los candidatos del partido en el gobierno.

Algo similar se hizo con el PRD, partido al que infiltró Moreno Valle a través de Luis Maldonado, uno de sus incondicionales.

El perredismo ya tenía una vieja tradición de haber servido a los mandatarios priistas en distintos procesos electorales locales, en donde presentaban candidatos que en nada representaban a la ideología que supuestamente defiende el partido y que en la práctica servían únicamente para dividir el voto anti-priista.

Los perredistas eran quienes salían sistemáticamente a golpear a los abanderados del blanquiazul, haciéndole el trabajo sucio a los entonces candidatos oficiales.

La cereza del pastel, fue el papel de limpia-conciencias que los líderes del PRD poblano jugaron en pleno escándalo Lydia Cacho, conteniendo a los grupos de izquierda para impedir movilizaciones violentas que pusieran en riesgo la gobernabilidad del estado y la permanencia de Mario Marín como gobernador.

Es más, diputados federales como René Arce Islas y Miguel Ángel García, se ausentaron de la sesión de la subcomisión de la Cámara de Diputados en donde se votaría el dictamen de proceso de juicio político en contra del poblano, dejando al PRI y al PVEM como aplastante mayoría que echó para atrás el trámite.

Ya lo ve, nada nuevo.

Quién esté libre de pactos inconfesables al amparo del poder, que arroje la primera solicitud de cancelación de registro.

No hay que espantarse, aunque no debería de ser, la verdad es que así ha sido y será el comportamiento de quienes, ante la imposibilidad real de ganar elecciones, hacen los amarres necesarios para mantener sus privilegios.

Al final, no hay que olvidarlo, por duro que parezca: “son negocios, no principios”.

 

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