Por Alejandro Mondragón
Con el Pueblo todo, sin él, nada. La máxima del presidente Andrés Manuel López Obrador que se convirtió en la esencia misma de la Cuarta Transformación.
¿Y las leyes?
Nada, que el pueblo decida.
Y este criterio se aplica para todo:
La instalación de empresas.
Las acusaciones contra candidatos denunciados por violación. Caso Félix Salgado Macedonio. Dejen que los guerrerenses decidan con su voto si es culpable o no.
La negativa de su registro como abanderado por Guerrero. Lo debe sancionar el pueblo, no el INE que se supone para eso está.
La prolongación de mandato del presidente de Suprema Corte de Justicia. El pueblo lo necesita para salvar su 4T y otra opción que no sea Arturo Zaldívar será para favorecer a la mafia que dejó el poder.
Así, el país se conduce por la vox populi que construye en la narrativa la 4T para recortar gastos, otorgar subsidios clientelares, desaparecer fideicomisos, excluir a quienes no son “su pueblo” del proceso de vacunación y pugnar por la desaparición de los órganos autónomos.
La Fuenteovejuna de López Obrador se aplica selectivamente para aquello que responda al interés de que todos quienes lo critican son sus enemigos; todos los suyos, amigos.
El grave problema es que aún la oposición, ahora unida rumbo a las elecciones del 2021, sigue sin ofrecer una alternativa de nación.
Se entrampan en su pasado, les da miedo el presente y apuestan a los yerros de la 4T para el futuro. Y así de plano el Estado de Derecho acabará por supeditarse a la vox populi.
Un país regido por la aclamación de un pueblo que nadie ve, salvo en las decisiones que asume por él, la Cuarta Transformación.
