19-04-2024 02:01:05 PM

Se desataron los demonios

Por Valentín Varillas

Las vacaciones del Dr. Gatell han ahondado las profundas divisiones que existían entre los miembros del gabinete de AMLO que exigen su renuncia desde hace meses y quienes opinan que hay que mantenerlo a sangre y fuego.

Pase lo que pase.

Los detractores de uno de los consentidos del presidente, argumentan que el manejo de la pandemia dista por mucho de ser el adecuado.

Que los indicadores no dejan lugar a dudas: que el país ocupa los últimos lugares en las listas mundiales en términos de desempeño y efectividad en el diseño e implementación de políticas públicas para el control de la pandemia.

Que la frialdad de los números nos colocan en una posición penosa en términos de índice de mortalidad entre la población en general y sobre todo, entre los profesionales de la salud, con todo y que no se aplican, ni de cerca, el número de pruebas necesarias para poder dimensionar con mayor certeza el impacto real de la pandemia.

Por si fuera poco, consideran que el manejo discursivo ha sido un total desastre.

Que no ha habido congruencia entre el decir y el hacer y que el colmo, fueron las imágenes virales del funcionario vacacionando, mientras se le recomienda al resto de la población optar por el confinamiento voluntario.

A pesar de la contundencia de los argumentos, los críticos de López Gatell llevan las de perder.

Lo que en cualquier lugar del mundo sería un escándalo de proporciones monumentales, en México, la conducta del subsecretario de salud se ha convertido, simplemente, en otra anécdota más del surrealismo oficial que hoy nos gobierna.

El espaldarazo presidencial en la mañanera del lunes, no deja lugar a dudas.

Tal vez López Obrador sienta una natural simpatía por quien designó como el responsable del manejo de la crisis sanitaria  desatada por el Covid-19.

O quizás también, a estas alturas, el jefe del ejecutivo federal se haya convertido en un rehén involuntario de sus propias decisiones.

AMLO se la jugó con él y jamás consideró siquiera la posibilidad de error.

Nunca hubo un Plan B, al contrario.

López Gatell fue adquiriendo más y más fuerza al interior del círculo cercano del presidente, a tal grado que convirtió a Jorge Alcocer, secretario de salud, en una auténtica figura decorativa.

Un inútil florero incapaz siquiera de aportar cierto decoro a las ruedas de prensa que se llevan a cabo para informar sobre la pandemia.

Sin embargo, los dislates de López Gatell sirven también para engrosar el arsenal de potenciales armas que en su momento pudieran utilizar quienes tienen apetitos presidenciales.

Aunque en términos reales, no deja de ser una broma de pésimo gusto, un grupo de trasnochados se atrevió a mencionar al funcionario como posible candidato en el 2024.

Claudia Sheinbaum, quien sí aspira a la nominación y tiene posibilidades reales, dio cátedra con una demoledora crítica a la conducta de López Gatell, al afirmar que ni de locos, ella o algún miembro de su equipo podrían siquiera pensar en tomar vacaciones, en medio de una emergencia como la que se vive en el país.

Qué lástima que Andrés Manuel no piense ni diga lo mismo.

 

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