Por Jesús Manuel Hernández
La Ley de Educación de Puebla, etiquetada por muchos como Ley Barbosa, sigue despertando polémicas. El tema subió al escenario nacional inmediatamente después que el gobernador Miguel Barbosa, dispuesto a defender su postura, mandó un tuit al “autollamado Consorcio Universitario” donde los llama a ver por la educación y olvidar los negocios.
Pero la frase más dura fue “las cosas en Puebla ya cambiaron y no volverán a ser como antes, cuando recibían canonjías de los gobiernos”.
Oportuno sería que el gobernador, poseedor de información privilegiada, abriera el tema, dijera, revelara, cuáles eran esas canonjías y quiénes las recibían. La información ayudaría mucho para entender el escenario.
Ricardo Monreal, senador, también le entró al tema en conferencia, varios medios destacaron el asunto, localmente, El Sol de Puebla, el diario al que el gobernador ha señalado varias veces en sus conferencias como el que no ha recibido convenios económicos, le dio la nota principal en su primera página.
Pero Miguel Barbosa metió otro ingrediente en la polémica. Un reportero le preguntó sobre la versión declarada por el rector de la Udla, Luis Ernesto Derbez, quien se queja de que con la nueva ley el Estado impondrá los elementos de educación.
Y Barbosa piso el acelerador. Refirió que Derbez es un “político rector” siempre lo ha sido, dijo, militante del PAN, conservador, y además estuvo “en contra de mi candidatura”.
Quizá con eso hubiera bastado. Pero no. Barbosa siguió pisando el acelerador. Y lo ubicó como “otro integrante de la famosa Banda de los Conejos”.
Seguramente nadie entendió el comentario.
“Los Conejos” era un grupo que tuvo presencia en la UNAM cuando el Instituto Científico crea al grupo conocido como “Los Mascarones”, en contra de los jesuitas que alentaban la creación de la ACJM en la comunidad universitaria, grupo que tuvo también contrarios pues la ACJM estaba considerada como la base de la Unión Nacional de Estudiantes Católicos.
Los jesuitas tenían otro enemigo interno en la UNAM considerada como la fuerza de choque universitaria del arzobispo de México, les decían coloquialmente “Los Conejos”, un mote derivado de los estudiantes que en 1868 eran seguidores de los textos vaticanos del Concilio de Letrán, el que negó que los sacerdotes se casaran, les llamaban “lateranos”.
El rector de la UNAM, Alfonso Caso les llamó “Sociedad Secreta”. Los Conejos sobrevivieron entre 1933 y 1945, luego cambiarían de nombre y reaparecieron bajo otras denominaciones. Los historiadores les identifican dentro de la UNAM hasta 1950.
Difícilmente Luis Ernesto Derbez estaría en esa línea de Los Conejos. Pero por algo el gobernador Barbosa lo llevó a esa madriguera, quizá, porque la Ley de Educación fue redactada, influenciada por los enemigos de Los Conejos, el grupo liberal, masónico, de esa época: Los Mascarones.
O por lo menos, así me lo parece.