Por Alejandro Mondragón
Sin dejar su zona de confort, los poblanos aún veremos muy lejos la reanudación de las actividades productivas.
Hemos sido indolentes, necios e incapaces de asimilar que se vive una pandemia. Es muy fácil asumir que “no me tocará”, cuando en realidad estamos más que expuestos. No nos cuidamos nosotros mismos, menos protegeremos a los demás.
Los datos son más evidentes: Puebla todavía no alcanza el pico de mayor contagio, porque en el día a día se ha ido postergando por ignorar las medidas sanitarias.
Nos urge salir a trabajar, pero tampoco nos quedamos en casa. Un reporte demoledor se registró el martes 12 de mayo. Fue el peor día de muertes e infectados por coronavirus.
El periodista Gerardo Cruz documentó en Puebla On Line que 14 días después del viernes santo (la zona metropolitana parecía romería) se registraron 51 contagios.
¿Qué nos depara después del 30 de abril, 5 de mayo y 10 mayo, cuando se registre el proceso de incubación del virus?
Los problemas llegarán a finales de mayo y principios de junio con el riesgo de la saturación de hospitales.
Nos quejamos que la autoridad no mete orden. Impone el Hoy No Circula y nos ocupa más que no nos vayan a extorsionar los agentes de tránsito, en lugar de asumir que ese día me quedo en casa con el coche.
Siempre decimos que la salud es primero, pero ahora es lo último que importa. Hay irresponsabilidad. No se miden consecuencias.
Puebla está lejos del semáforo rojo porque aún falta mucho para llegar al pico de contagios, lo que augura un verano complicado en todos los ámbitos.
Voces en el gobierno establecen que lo peor está por venir, pero aún así nos sigue valiendo madre todo.
