22-11-2024 03:18:53 AM

El estilo

Por Jesús Manuel Hernández

 

Estos días donde el tema del coronavirus en Puebla ha sido el centro de los reflectores periodísticos, ha servido también para descubrir la forma muy personal de gobernar de Luis Miguel Barbosa, sin duda un hombre preparado políticamente, consciente de la seriedad del caso.

La modalidad de la conferencia matutina del gobernador ha sido el escenario donde se han escuchado frases que molestan a algunos, a otros les provoca risas y algunos más les motiva para iniciar una campaña caricaturesca del gobernante y sus dichos.

Hubo asomos de molestia, reproches, confrontaciones, desdén de algunos medios de comunicación, todo con un común denominador: Barbosa está decidido a romper con los grupos tradicionales de poder que se han cambiado de piel cada seis años.

La crítica referenciada a que sólo los ricos están en riesgo del coronavirus tiene una raíz en el morenovallismo. Santos Zanella Bretón, el empresario contagiado, fue uno de los principales beneficiados en aquél gobierno, con la venta de todas las instituciones del Monte de Piedad en su beneficio; su nombre apareció entre los socios de Uber cuando se desencadenó su boom en Puebla, y su cercanía con Rafael era ampliamente conocida. Santos fue, por así decirlo, enemigo de Barbosa en la primera y en la segunda campaña.

Algo tenía guardado Miguel Barbosa cuando expresó lo de los ricos.

El problema es que la frase no cayó bien y fue usada para atacarle, eso deja un ejemplo muy claro sobre la percepción ciudadana de quienes están gobernando, la banalización en el manejo del tema de la pandemia obliga a reconsiderar sus palabras que además desataron la división de las clases sociales.

La riña con la Presidenta Municipal es el otro tema que abonó en el mismo sentido, dejándolo ver con un dejo de autoritarismo, aprovechado por aquellos medios que en el pasado fueron favorecidos y en este ignorados. Bien decían los viejos políticos, duele más el pellejo que la camiseta.

La respuesta de Rivera Vivanco ha estado llena de disparos de precisión que curiosamente la orillan a recibir el reconocimiento de los gobernados, un asunto que no había conseguido, pero el discurso del gobernador la ha dejado a expensas de la victimización. ¿Cómo desaprovechar la ocasión? Se habrán preguntado sus asesores.

Rivera enfrentó la decisión del gobernador en aras de la autonomía municipal, igual lo hizo Gabriel Hinojosa contra Manuel Bartlett quien no se explicaba cómo el gobernador no puede mandar sobre la policía que cuida la ciudad donde vive, haciéndolo sentir como un rehén del municipio.

El morenovallismo dejó huella en Puebla, de autoritarismo, de corrupción, de cambiar las estructuras de poder, de someter a todos y perseguir a los rebeldes, quiso cambiar la cultura, reescribir la historia y destruir la clase política conocida.

Rafael logró eso gracias a la forma de gobernar de Mario Marín que se volcó por dejar heredero en la persona de Javier López Zavala, los poblanos lo rechazaron, asunto que aprovechó Rafael a través de la suma de panistas y disidentes del marinismo, todo en medio de un muy bien planeado escenario del arquetipo del héroe contra el represor que salva al pueblo y se convierte en gobernante y cuidador.

Moreno Valle se asumió así y por su forma de gobernar se auto clasificó nuevamente en el papel del represor, asunto que Barbosa también aprovechó.

Una buena carga a favor de Miguel Barbosa, fue el regreso del péndulo, el antimarinismo trajo al morenovallismo y el antimorenovallismo abrió las puertas a MORENA de la mano de lo que ya empieza a llamarse el barbosismo.

Buen momento para reflexionar lo que ha sucedido en tan pocos meses, apenas siete en el Estado, y un poco más de un año de gobierno de MORENA, en la capital. Dos personajes del mismo partido divididos sustancialmente en las formas, con estilos diferentes. Las actitudes levantan olas, revuelven los polvos de viejos lodos y como dice el refrán “a río revuelto, ganancia de pescadores”. O sea, el 2021 está a la vuelta de la esquina.

Penoso sería que después del autoritarismo, los poblanos vivan un escenario de perturbación, de confusión, de riña que deshaga la unidad, o sea, de desgobierno.

O por lo menos, así me lo parece.

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