Por Jesús Manuel Hernández
Nuevamente, sucesos, hechos simultáneos, casuales, acuden en el escenario poblano de la política. Karl Jung, le llamó “sincronicidad” a esta manifestación, que curiosamente se repite a poco más de un año de cuando el helicóptero donde viajaba la pareja Moreno Valle Alonso cayó a tierra.
Aquellos hechos marcaron el nuevo rumbo de la sociedad poblana y fue el principio de una cadena de hechos aislados que ahora encuentra nuevamente un espacio para simultáneamente coincidir.
El carnaval de Huejotzingo siempre ha dejado secuelas de violencia e inseguridad, el uso del alcohol, de los arcabuces, y la rivalidad entre los batallones de huehues, dejan mal parada a la autoridad municipal. Pero ahora se rebasó, por mucho, la violencia.
Al mismo tiempo, el Congreso del Estado, llegaba al límite de tiempo para decidir por un Fiscal General de Puebla, un asunto también derivado de las impertinencias, de las tesis inverosímiles, del anterior Fiscal, Víctor Carrancá, con aquello de avalar los dichos de Luis Maldonado de las “piedras de gran calibre” usados en el enfrentamiento entre pobladores de Chalchihuapan y la Policía de Puebla.
Otro hecho más que coincide, la presión del Gobierno de Puebla a las autoridades universitarias para abrir, transparentar, el manejo de los recursos públicos. Asunto que trajo como consecuencia protestas al interior del Consejo Universitario y la aparición, de un desplegado avalado por muchas universidades públicas del país defendiendo la autonomía de la BUAP.
Todos los hechos coincidieron con el secuestro, tortura y asesinato de tres jóvenes estudiantes de dos universidades asentadas en la capital y con fama internacional en el área de medicina, más el conductor de Uber, en un hecho aún rodeado de especulaciones y más declaraciones inverosímiles.
En un hecho sin precedente, la Fiscalía logró capturar a tres presuntos responsables del asesinato y definió la línea de investigación en el terreno del robo del automóvil. ¡Vaya rapidez!
Y precisamente el día en que tendría que ser votada la elección del Fiscal General de Puebla, apareció el encargado del despacho, Gilberto Higuera Bernal, y anunció que el móvil podría ser una riña por un sombrero azul, propiedad de la estudiante colombiana de nombre Ximena, a quienes los delincuentes persiguieron a su retorno a Puebla y cometieron los delitos. ¡Por un sombrero de cien pesos! ¿Quién puede creerlo?
Y los diputados votaron ese mismo día, por gran mayoría por Higuera Bernal a cambio de un sombrero azul.
En consecuencia, los estudiantes de medicina de la BUAP, toman la facultad, se organizan, llaman a la protesta por la inseguridad, buscan, coinciden con los de la UPAEP, se sincronizan los intereses, se van sumando más y más estudiantes, no precisamente los rectores. Y entonces surge la gran pregunta. ¿Quién los organizó? ¿Acaso el rector Alfonso Esparza para demostrar su fuerza ante el gobierno por aquello de la auditoría? ¿O fue la capacidad de organización de los estudiantes a través de las redes sociales, hartos, cansados, de la inseguridad y burlados por la versión del sombrero azul?
Todo coincidió. Asesinatos, paros, detenidos, protestas, indignación, salida del Secretario de Seguridad, sin explicaciones, la llegada de otro, sin explicaciones.
Se efectuó la Asamblea Universitaria 25/02 exigiendo la presencia este martes en el Complejo Universitario del gobernador de Puebla, los secretarios de Seguridad, Salud, Gobernación, Comunicaciones y Transportes, Presidenta Municipal y por supuesto el Fiscal General de Puebla.
El acta de la Asamblea Universitaria exige el esclarecimiento “conciso y justo” de los asesinatos y anuncia el paro indefinido de labores universitarias.
Los poblanos acudimos a un escenario ya conocido, cuando los estudiantes salen a la calle los gobiernos tiemblan, la Escuela de Medicina de la BUAP, históricamente ha sido uno de los factores más importantes para incidir en la política de los gobiernos locales.
Y la pregunta que todos se hacen, es si este movimiento, realmente es por la seguridad de los estudiantes, o forma parte de la estrategia para defender la imagen de la institución ante el interés por abrir, transparentar, las finanzas.
O sea, ¿el rector está o no detrás de las movilizaciones?
La plaza se calienta.
O por lo menos, así me lo parece.